La situación no es habitual, y mucho menos luego de las sequías que arreciaron toda la zona durante la última década y que se hicieron más visibles entre 2008 y 2014.

La coyuntura y la cantidad de precipitaciones han hecho que el embudo del dique San Roque (35.30m) se mantenga activo en los últimos 60 días y durante 78 de los 90 días que se cumplieron desde que comenzó el 2019.

El 30 de enero (35.10m), fue el último día que el San Roque no superó el vertedero, pero tampoco fue acción de la naturaleza, sino que fue producto de la apertura de las válvulas del dique, para bajar la cota ante el anuncio del pronóstico extendido sobre nuevas precipitaciones.

En estos casos, cuando el agua alcanza o supera el nivel del vertedero, y se pronostican nuevas lluvias, el embalse se desagota mediante las válvulas para evitar que supere la cota de 36m y haya peligro de inundación en las zonas costeras.

El aspecto negativo de la situación es que aún con ese caudal de agua constante ingresando al San Roque, ha sido notoriamente superior la presencia de algas y cianobacterias, algo que no ocurría años anteriores que el espejo de agua se “limpiaba” con el ingreso de agua desde sus afluentes.