C. es un joven de 20 años. El fin de semana pasado recibió la invitación de su grupo de amigos para participar de una reunión. Después de 100 días de cuarentena, dijo que sí y se animó a asistir al encuentro en el que hubo comida, bebida y música pero a bajo volumen, “para que los vecinos no se den cuenta”.

Las redes sociales muestran que en las últimas semanas se relajó el “control propio y familiar” y que hubo padres que dejaron que sus hijos se junten con sus amigos o compañeros de colegio, se celebren cumpleaños con personas que no son del grupo estrecho familiar aunque no esté permitido por la normativa impuesta por el Aislamiento Social Obligatorio.

Desde el municipo, en tanto, hubo un “no” como respuesta a la pregunta sobre si se labraron actas por fiestas o por la no utilización del barbijo en las calles de la ciudad.

“El otro día se me acercó un inspector para decirme que me suba el tapabocas, porque tenía la nariz afuera”, comentó Ricardo, un vecino del centro.

La normativa dispuesta y alentada por el último discurso del gobernador Juan Schiaretti es multar a los que no utilicen barbijos en la vía pública y también a aquellos que realicen reuniones sociales en sus domicilios. Lo cierto es que el control es muy difícil en estos casos, sobre todo en el último punto.

Sí están permitidas las reuniones familiares de hasta 10 personas y el Gobierno provincial sigue insistiendo en tomar medidas de precaución sobretodo al ver lo que sucedió en Traslasierra donde las principales causas de la expansión del brote fueron, según los especialistas en salud, las reuniones de hombres y los mates compartidos.

El cansancio por los días de aislamiento es uno de los factores que los especialistas en salud mental tienen en cuenta al observar conductas que provocan que muchos se arriesguen y tomen contacto con grupos más amplios.