Un martes sofocante, con una temperatura superior a los 38°, hizo que los vecinos y turistas buscaran formas de sobrellevar el intenso calor.

Los balnearios de la villa  fueron un bálsamo en medio de una jornada tórrida al extremo. Pero ¿cómo la llevaron los que venden todo tipo de cosas en los ríos?

Un vendedor ambulante de pulseritas, claramente agotado, dijo “esto no es para cualquiera” en referencia a las condiciones físicas que se debe tener para afrontar horas caminando con altas temperaturas. Comer bien y llevar un buen calzado como puntos claves para tener una jornada más tolerable.

Rostros bronceados por el sol de tantas horas de recorridas de ida y de vuelta, de una punta a otra del balneario Playas de Oro. “Para mí, no te tenés que mojarte porque hay que estar presentable para los clientes. Eso sí, hay que hidratarse mucho y mojarse la cabeza y nada más”, dijo otra vendedora terminando una tobillera.

“Tomó mucha agua pero también me meto al río”, acotó una joven con algodón de azúcar mostrando de forma picaresca sus piernas mojadas.

Mas allá del calor, fue un gran día de ventas para muchos. El clima ayudó a que muchos se acercaran a los ríos, dejando vendedores cansados pero felices.