Antonia Ávalos tiene 78 años y su compañera de curso, Rosa Asaro, 75. Ambas egresaron en la promoción 2018 del Cenma 217 de Villa Carlos Paz y se transformaron en una fuente de inspiración tanto para sus compañeros de colegio como para sus profesores.

Tanto Antonia como Rosa transitaron una gran parte de sus vidas con contingencias que les impidieron cumplir con su sueño de continuar sus estudios. Después de tres años de sacrificio y mucho estudio, egresaron con honores y este martes recibirán su diploma ante sus hijos y sus nietos.

“Nací en el Chaco pero viví toda mi niñez y juventud en Formosa”, cuenta Antonia que relata: “Siempre quise estudiar pero vivía en el campo, la escuela quedaba muy lejos y pude ir hasta segundo grado”.

Antonia asegura que cuando tenía 19 años, su abuela le ofreció mudarse a Córdoba donde tendría techo y trabajo y ella no lo dudó. Al tiempo conoció a quien sería su marido, Isidro Manasero, se casó y tuvo tres hijas (Debora, Carina y Vanesa). “Cuando murió mi marido, Vanesa llegó un día a casa con unos papeles de la escuela y me trajo todo para que empiece a estudiar. Yo no lo podía creer y no pude contener la emoción”, dice en una de las aulas en la que estudió en estos últimos tres años. Antonia terminó 7° grado en el Cempa de Carlos Paz y ahí nomás decidió continuar el secundario.

En la puerta del aula, con ganas de aprender.

Rosa se mudó a Villa Carlos Paz hace 12 años desde Las Parejas, Santa Fe. Se jubiló y como uno de sus tres hijos vivía en nuestra ciudad, decidió mudarse para estar más cerca. Al principio no le fue fácil integrarse y estuvo a punto de volverse al pueblo. “Quedé viuda a los 32 años con tres hijos chiquitos y, aunque siempre quise seguir estudiando, no podía, tenía que salir a trabajar”, dice y agrega: “En Carlos Paz hice danzas folklóricas, fotografía, edición de video y un año de escritura creativa”.

Pero Rosa sentía que le faltaba aprender más y por comentarios y notas de la prensa, llegó al Cenma. Hoy siente que aún le falta para llegar a la meta del aprendizaje que se fijó y decidió inscribirse para estudiar la carrera de Asistente jurídico. En su curso tuvo los mejores promedios y ahora quiere seguir. “Soy curiosa y me gusta investigar. Soy así en la vida, si no no tendría tres hijos profesionales”, expresa.

Siempre fueron las más “grandes” del curso y eso no las detuvo. “Algunos chicos me dicen abuela pero eso no me molesta para nada”, dice Antonia entre risas.

En los bancos de la escuela, junto a la directora del CENMA 217.

Para la directora del CENMA, Valeria Gudiño, el desafío fue más de los profesores que de “las chicas”. “Estoy más que orgullosa de ellas, las escucho y me emociona. Las tuve como profe en 2° año y la experiencia ha sido absolutamente enriquecedora”.

Agradecidas

Antonia, que va a seguir estudiando Ciencias Políticas, quiso agradecer a sus hijas, hoy profesionales en distintas áreas del conocimiento. Débora es médica ginecóloga, Carina es docente y Vanesa, psicopedagoga.

Rosa, por su parte, también expresó su gratitud con sus tres hijos: Adrián, que es arquitecto; Patricia, profesora de Lengua y Javier, técnico electrónico.

Todos ellos y los docentes del CENMA tendrán mucho que celebrar este martes, a las 19, en la colación de grado de los 90 egresados del colegio en 2018.

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