Así se veía esta mañana la desembocadura del San Antonio en el lago.

Las imágenes hablaron por sí solas y desde esos días ya nada volvió a ser lo mismo en Carlos Paz.

Si bien la situación de contaminación del embalse data de cuatro décadas hacia atrás, el bloom de cianobacterias que se produjo en marzo de 2017 fue un gran llamado de atención para las autoridades de todos los estamentos.

Además, fue una posibilidad de visualizar, palpar y oler las consecuencias de la falta de obras de cloacas en Carlos Paz y la región y el aporte continuo de los elementos que provocan la mayor proliferación de las altas: el fósforo y el nitrógeno.

En 2017, los vecinos comenzaron a sentir un fuerte olor similar al gamexane en los barrios del centro de la ciudad. De repente, enormes aureolas verdeazuladas comenzaron a observarse sobre los puentes Central y Cassaffousth y ya para el 20 de marzo el bloom se hizo incontrolable.

Carlos Paz Vivo cronicó lo que sucedió en esos días y por primera vez antes de la pandemia se observó a personas que circulaban con barbijos, o tapabocas de cualquier tipo en las adyascencias de la Costanera.

Un ser vivo milenario

Los científicos señalan que las cianobacterias fueron los primeros seres vivos en el planeta. Y, como es obvio, tienen una gran capacidad de adaptación para sobrevivir en circunstancias difíciles. Se nutren del nitrógeno y el fósforo, dos elementos que se encuentran de manera preponderante en los desechos humanos y en las cenizas que quedan luego de los incendios forestales. Por caso, dos cosas que suceden mucho en la región es que las poblaciones no traten la mayoría de sus desechos y que se produzcan temporadas enteras de incendios forestales.

Los cinco años de este fenómeno que llevó a que los vecinos salgan a las calles y se manifiesten para que los gobiernos comiencen a tomar acciones contra la muerte lenta del San Roque, causaron algunos efectos con medidas paliativas como las que se suelen ver en las márgenes del embalse por parte de personal contratado por el municipio para oxigenar el agua.

Sabido es que el San Roque, como todos los lagos de Córdoba, es jurisdicción del Gobierno provincial pero está en el ejido de Carlos Paz en su mayoría y es su municipio al que le caen el centro de las críticas.

Hace algunas semanas, por caso, el secretario de Desarrollo Urbano Ambiental de Carlos Paz, Gustavo García Setti, aseguró que el único municipio que lleva adelante acciones para combatir la contaminación del lago es Carlos Paz.

Lo cierto es que en los últimos años no se aportaron datos sobre el avance de la obra de cloacas en la ciudad, uno de los principales factores para atacar el problema.

La movilización popular de aquel año motivó que se inicien algunas acciones paliativas en el embalse como el Laboratorio de monitoreo y las tareas de extracción de algas y de oxigenación. Sin embargo, la información de los resultados de esas acciones es bastante pobre cuando no inexistente.

Un amparo que no aportó soluciones

En 2013, un grupo de vecinos patrocinados por el abogado Bernardo Cervi presentaron un amparo ambiental en los Tribunales de Carlos Paz que fue aceptado por el juez de Control, Daniel Strasorier. Los vecinos habían conformado una Ong, llamada Calidad y Desarrollo Ciudadano, que estaba encabezada por Néstor Matheus.

En concreto, el amparo fue aceptado y durante un tiempo se reunió el Comité de Cuenca creado tres décadas atrás pero sin funcionamiento en lo práctico. La otra derivación fue que Matheus ocupó durante cuatro años la defensoría adjunta del Pueblo de Carlos Paz. Y el lago siguió ahí, igual, contaminado.

Diagnóstico complicado

Los efectos de la contaminación de los embalses con la proliferación de cianobaterias derivan en la muerte de estos reservorios en procesos muy lentos, según está comprobado en distintos puntos del Planeta.

En febrero pasado, el Ministerio de Salud de la Nación emitió un documento advirtiendo la presencia de cianobacterias en aguas recreativas de distintos puntos del país, entre ellos Córdoba.

“Se reportaron presencia de cianobacterias en las costas del Río de La Plata, a la altura de Berisso y Ensenada; en el municipio de Tigre; en la laguna bonaerense Gómez, en Junín; en el lago San Roque de la provincia de Córdoba; en lagunas de Santa Fe como Juan de Garay, en Santo Tomé, y Setubal, en la capital; y en el Río Uruguay a la altura de la provincia de Entre Ríos”, decía el comunicado.

Y agregaba: “De una tonalidad azul verdosa, las cianobacterias son microorganismos que se nutren de la materia orgánica alojada en el agua y realizan fotosíntesis. Las toxinas que liberan pueden provocar una amplia variedad de infecciones gastrointestinales, respiratorias, neurológicas, de la piel, de los oídos y de los ojos. Los síntomas más comunes son diarrea, erupciones cutáneas, dolor de oído, tos e irritación ocular”.

Y continuaba: “La exposición a las cianobacterias puede darse tanto por la ingesta de agua contaminada, como por la inhalación de los aerosoles que desprenden estas aguas. Además, también existe la posibilidad de infección si la persona que ingresa al agua presenta algún corte o herida abierto”.

Por otro lado, Salud advirtió que las niñas y los niños, las mujeres embarazadas y las personas con el sistema inmunológico debilitado tienen serios riesgos de contraer algún tipo de enfermedad.

Fotos del San Roque de este martes 22 de marzo de 2022 (Carlos Paz Vivo y Municipalidad de Carlos Paz)