Lionel Andrés Messi. Ya no existen elogios para describir la grandeza (dentro de la historia del fútbol) del rosarino que este jueves, en los festejos por la Copa del Mundo frente al elenco caribeño en un amistoso en el Estadio Monumental, deleitó a los amantes de la perfección con varios remates desde fuera del área.

Todos pensamos que el primer tiro libre de Messi, recién sobre el cuarto de hora de juego, iba a ser cambiado por gol; el palo le dijo que no, pero ya denotaba que la mira y el pie zurdo estaban bien calibrados.

Ante un débil seleccionado panameño y la arrolladora actitud ofensiva de los dirigidos por Scaloni, la lógica indicó que el arquero Guerra sea la figura de la visita, llevándose varias atajadas importantes para mantener el arco en cero; entre ellas, dos remates exquisitos de Lionel.

Cuando ya quedaban quince minutos para el final del partido y con decenas de oportunidades de gol, otra vez un palo le negó el gol a Messi pero en el rebote, entre Paredes y -finalmente- Thiago Almada, adelantaron a Argentina.

Como era de esperar, la frutilla del postre estuvo, y la dejó el “10”. Nada pudo hacer, en este caso, el arquero de Panamá. Se estiró, pero la caricia del mejor jugador del mundo a la pelota fue perfecta, tanto que será recordado como el gol número 800 en la carrera del argentino y el 99 con la Selección.

¿Llegará el gol 100 en Santiago del Estero?