En 1984, un 21 de abril, a los 73 años, fallecía uno de los más populares escritores argentinos del siglo XX: Manuel Mujica Láinez.

La muerte lo encontró en su casa de La Cumbre (hoy un museo), en la provincia de Córdoba.

Manucho, como le decían, fue miembro de una familia aristocrática, trabajó en el diario La Nación. Entre sus libros de cuentos destacan Aquí vivieron y Misteriosa Buenos Aires.

Sus novelas incluyen títulos como Los ídolos, La casa, Los viajeros, Invitados en El Paraíso, El unicornio, El laberinto y El escarabajo. De 1962 es su obra más famosa, la novela Bomarzo, que se convirtió en una ópera con música de Alberto Ginastera. La dictadura de Onganía prohibió la ópera en 1967.

En una finca de La Cumbre, apodada “El Paraíso”, fue donde falleció Manuel, que hoy es una casa museo.  “Pude ir a vivir a Florencia o a Rambouillet, pero compré en cambio una casa en Córdoba porque creo que al país propio hay que sentirlo, juzgarlo, padecerlo, gozarlo, para no abandonarlo. Hay que vivir y crear en el país de uno”, expresó en una oportunidad.

Si bien Mujica Láinez obtuvo distinciones como el Premio Nacional de Literatura (1963) y la Legión de Honor del Gobierno de Francia (1982), y sus libros fueron traducidos a más de quince idiomas, no son pocos los que afirman que, desde el comienzo del nuevo siglo, escasean los lectores de su obra. Ya lo decía la escritora y biógrafa María Esther Vázquez, quien también fue amiga del escritor: “Manucho fue un hombre de su siglo, irreemplazable y único, en un país que no lo conoció bien y que —a veces pienso— ya lo ha olvidado”.