PhoTortul 2424
“Tras un manto…”
Calle Alem – V. Carlos Paz
Abril de 2022

Trás un manto de humo, la mirada del Comodoro VGM (R) Jorge Raúl Zaporta se apoya en mi tercer ojo.

Apunto y encuadro tratando de integrar todo en un sola toma.
Que no falte nada.
Está el militar radicado hace tiempo en Carlos Paz con su regia estampa, casi octogenaria. Está el humo de su pipa… y está la pipa en su mano. También el otoño serrano está, de alguna manera, entrando a raudales por esa ventana y complicando bellamente mi foto. Está su mirada firme, pero serena. Y está lo más importante: la figura de las “Hermanitas Perdidas” tatuadas en su ropa, a la altura de su pecho argento, que evito que tape con el brazo.
Ahora sí, foto:

Click… click.

Antes de este retrato en contraluz, tuvimos una larga, larga, larga charla, grabada en partes, en una mesa con olor a Familia, para que todo fluya de manera lo más natural y respetuosa posible.

Está Jorge para hablar de Malvinas, a 40 años del conflicto bélico, de la gesta patriótica, del error táctico también… de la falla estratégica quizás… pero del reclamo justo y claro de ir por lo que es nuestro.
Las Malvinas son Argentinas por historia, por geografía, por heredad… por soberania náutica… pero territorialidad… y así lo debemos seguir reclamando.

Pero guerra… nunca más.
Justamente lo dice él, lo dice Jorge en una parte del reportaje, en pleno Siglo XXI, cuando el mundo se vuelve a complicar con estas conflagraciones que parecían cosas del pasado.

Reflexiona sobre Ucrania, sobre Malvinas, sobre su amada Fuerza Aérea, sobre lo que pasó, sobre lo que vivió, sobre lo que padeció en tierra malvinera.
Lo hace por vez primera frente a una cámara.
Enorme presión me pone cuando me dice mirando a la lente:
“En 40 años es la primera vez que hablo ante una cámara… y será la última”.

La charla fluye. Me acompaña un Amigo que invité ‘estratégicamente’, para que me ayude con sus conocimientos: el Gallego Andrés Santos.
Y debo decir que, entre ambos, liquidamos todas las masitas que Myriam puso en la mesa junto al café. Digamos todo.

En la charla, que fluyó y que se editará en 4 partes para CPTV, se tocan varios temas difíciles para la pareja.
Fue prisionero de los piratas de la rubia albión en un galpón gélido, donde los kelpers solían esquilar sus ovejas.
Ella fue prisionera, en Córdoba, pero de la incertidumbre y la desinformación, cuidando y criando, en esa dura vigilia a tres hijos. Tras la guerra tendrían una cuarta niña.
Él nunca se enteró, siendo Mayor de las FFAA, del hundimiento del ARA Gral. Belgrano ni del destino del barco al que lo subieron prisionero.
Ella no sabía si Él estaba vivo.
Desconexion total.

El atraco final de ese buque de la Cruz Roja fue Montevideo… y de allí, luego, a Buenos Aires.
Ella fue, con otras mujeres de Córdoba, en micro a la Capital Federal, sin saber si se reencontraría con su esposo o con un frio telegrama.

Pero Ella lo vio.
A través de un vidrio… aunque le costó trabajo reconocerlo por su delgadez.

La guerra produce heridas difíciles de mensurar en soldados y también en civiles.
Las heridas de este conflicto, durante muchísimos años, nuestros Héroes (y sus Familias), se las debieron ‘lamer’ solos. La ‘Desmalvinización’, ni bien terminó lo bélico, fue aberrante y es un hecho que nos tiene que dar vergüenza.

Jorge considera que, de a poco, se va remediando. Me lo dice sereno, pitando su pipa en su ‘museito malvinero’:
“Carlos Paz se está Malvinizando, en los últimos años”.

Coincido con su parecer, y mirando las paredes repletas de motivos australes y aeronáuticos… le tiro la pregunta final, acerca de este ‘recinto’. Pregunta que ya ni me acuerdo.
Pero si recuerdo su respuesta firme, casi castrense:

“En este lugar mando Yo”.

Lo miramos en silencio, serios, el Galleguito Santos y Yo… y Jorge remata con el mejor humor militar:

“En el resto de la Casa… manda Myriam”.

Esta Villa es el lugar en el mundo para esta pareja inoxidable. Su lugar de Paz.

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