La historia es de una pareja de Carlos Paz. Después de seis años de mucha burocracia, las niñas finalmente llevan su apellido. Resaltaron lo complicado que es concretar una adopción y la poca importancia que se le da.

Detrás de este final feliz existe un largo proceso donde prevalecieron sentimientos de dolor, incertidumbre e injusticia. Es que Vanina González y Leonel Esquivel, tuvieron que sortear varios obstáculos para poder adoptar a tres hermanitas, que son hijas de un hermano del corazón de la mujer.

La pareja no tenía hijos y habían realizado dos tratamientos de fertilidad que no habían dado el resultado que esperaban. Pero la vida les tenía preparado algo especial, y era la hermosa familia que formaron.

Dalma tenía tres meses cuando Vanina y Leo comenzaron a darle el hogar que todo niño necesita, hoy ya tiene siete años. Celeste, la hermana del medio, apenas tenía un año y medio cuando la dejaron con ellos y Valentina 5 días.

“Detrás del dolor y sufrimiento que cualquiera puede tener, nace la vida”, destacó la mamá. Y relató que hace 7 años atrás, más precisamente un 7 de enero, les cambió la vida.

La historia detrás del final

Todo comenzó cuando Dalma, una de las pequeñas llegó a su vida. “Ese día había llorado muchísimo porque terminamos el tratamiento para quedar embarazada y no pudo ser. Mi mamá justo me llamó que habían dejado a la niña, y  cuando llegué a verla, la vi y me enamoré y nunca pensé que íbamos a pasar por todo el proceso de adopción y lo que nos iba a tocar vivir”.

Hace años atrás, cuando Vanina era muy pequeña, su familia vivía en Paso de los Libres (Corrientes), por cuestiones laborales. Un día cuando regresaban de noche sus padres, en un camino desolado encontraron a un niño de dos años solo y desprotegido. Se lo llevaron y desde ese día, arrancó un peregrinaje para ver que hacían con ese menor, que nadie se hacía cargo.

Pasó el tiempo y decidieron adoptarlo. Luego al padre de familia le dieron el pase y se trasladaron a Córdoba, donde el menor inició el colegio y según contó Vanina “comenzó a dar señales extrañas y acciones más graves, hasta que le diagnosticaron esquizofrenia”.

Desde ese entonces, la familia vivió situaciones muy dolorosas que lo tenían como protagonista. Terminó viviendo en la calle, más precisamente en la plaza San Martín. “Fue preso varias veces, se juntó con gente que también vivía en la calle, se sumergió en las drogas  y fueron años terrible para nosotros”, detalló la mujer.

Mientras estaba en situación de calle, conoció a una mujer y quedó embarazada, “andaban en cosas raras”, comentó. Ellos le dejaron la bebé a su mamá diciendo que en pocos días regresaban a buscarla, pero no sucedió y la pareja terminó presa por distintos delitos que cometieron.

Con solo tres meses, Dalma quedó al cuidado de Vanina, quien comenzó a pedir su adopción. Mientras tanto la justicia se la dio bajo guarda.

La historia no termina ahí, ya que al año, la mamá biológica de Dalma, tuvo otra bebé. “Pedí que me la den en guarda también, pero no sucedió. Pasó un año y quedó embarazada nuevamente. Esa vez, ella se presentó en mi casa y me dejó a la niña de cinco días, pero se llevó a la del medio, que en ese entonces tenía un año y medio”.

Y agregó que en aquel entonces se comunicó con la Secretaria de Niñez, Adolescencia y Familia (SeNAF), con quien estaba en contacto permanente y le permitieron que se quede con la niña, ya que era hermana de Dalma, y ya estaba viviendo con ellos. A los pocos meses, la mamá de las niñas quedó detenida nuevamente y fue entonces cuando la pareja acogió a la tercera.

Adopción: difícil tarea

Luego de seis años de presentar papeles, de vivir distintas situaciones burocráticas, finalmente las tres niñas llevan el apellido de sus papás adoptivos. “Parece simple todo lo que pasé, pero no lo fue, la adopción es muy compleja”, destacó Vanina.

El amor de ellos no termina ahí, ya que hace pocos días solicitaron la adopción de otra niña. “Llenamos un formulario para adoptar a una bebé que está en convocatoria pública que tiene síndrome de Down”.

La mamá hizo hincapié en que no se habla de la adopción en nuestro país y la importancia que tiene para “todos estos niños que les toca vivir algo así”.

Querer adoptar a un niño es un proceso “muy doloroso”, resaltó, y dijo que estuvieron “años esperando, estaban en guarda, con lo que significa, un miedo terrible a que en cualquier momento te las saquen”.

Sin embargo, apuntó: “No hay que rendirse nunca, ni bajar los brazos y también confiar en Dios”.