En los Tribunales de Río Cuarto se celebró recientemente el juicio que terminó por condenar a un hombre que abusaba de su hija y tenía material pornográfico con menores como protagonistas. El responsable de semejantes actos aberrantes “GAB” (34) reconoció los hechos de la acusación, pidió disculpas a la víctima y recibió una pena de 14 años y 10 meses de prisión.

Los hechos que lo involucraron eran tan graves como el monto de la condena que recibió. Fue acusado de “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo y la situación de convivencia continuado”, “abuso sexual gravemente ultrajante continuado” con los dos agravantes, “corrupción de menores agravada continuada” por los mismos motivos y “tenencia de material pornográfico de menores agravado continuado”.

En realidad si bien por cuestiones de apartamiento de letrados el juicio se realizó en Río Cuarto, los hechos ocurrieron en una localidad del valle de Punilla que se mantiene en reserva. Por eso, la causa fue instruida por la fiscal Paula Kelm, quien detuvo al padre de la víctima, y meses después elevó el expediente a juicio para ser juzgada en Cruz del Eje. Pero la defensora Claudia Brandt motiva el apartamiento de los camaristas de esa jurisdicción por esto “todo” se trasladó a Río Cuarto para el juicio.

La alarma en la Fiscalía de La Falda se despertó cuando videos de una red social comenzaron a divulgarse con una adolescente como protagonista y en posturas hipersexualizadas. Una jueza de paz aportó material que inició la instrucción y esto activó la búsqueda de la chica. Cuando la hallaron, ya estaba siendo asesorada por la abogada local Luciana Brizza, quien presentó denuncia escrita contra el padre -con evidencia de chats entre ambos- y acompañó a la víctima durante el proceso.

Un suplicio de años

La alarma despertada por los videos de Instagram con la adolescente como protagonista hizo que se buscara individualizarla y ubicarla. La premura tenía que ver con que se sospechó que podía haber un hombre que pudiera estar explotándola. Fuentes de la Justicia indicaron que, una vez que se la ubicó, pudo establecerse a través de cámara Gesell que el padre de la joven había estado abusando de ella desde los 10 años.

La instrucción concluyó con la elevación a juicio y la condena reciente, pero como ocurre con las víctimas de abusos sexuales y de corrupción de menores, la sentencia no resuelve (todos) sus problemas y necesitan asistencia. De todos modos, que el abusador reciba su condena, contribuye a recomponer sus vidas.

Fuente: La Voz del Interior.