Marcos Díaz Videla es doctor en Psicología y dedica su vida y su estudio a la antrozoología, la ciencia que estudia las distintas maneras de interacción de los humanos con las otras especies animales.

Díaz Videla es investigador y docente universitario, miembro del Observatorio Nacional de Vínculo Humano-Animal y del Instituto Iberoamericano de Antrozoología.

En una entrevista con Carlos Paz Vivo, el profesional aseguró que el duelo por la muerte de un animal puede asimilarse al de un ser humano. “No hay un sistema de duelo diferencial para pérdidas de vínculos humanos y animales; es el mismo. Evidentemente, hay muertes que resultan más esperables y naturales que otras, y nuestros animales tienen una expectativa de vida relativamente corta”, expresa el científico.

En cuanto al vínculo que se traza con las mascotas y las críticas que se hacen sobre su “humanización”, apunta que esto “se fundamentaba en nuestra tradición cultural judeocristiana y se extendía hasta las formas de educación canina basadas en la dominancia del más macho sobre el resto para que no se le revelen”.

-¿Qué estudia la antrozoología?

-Es una ciencia que estudia las distintas maneras en que los humanos interactuamos con otras especies animales, con particular interés en el vínculo con los animales de compañía. Desde esta perspectiva se entiende que el antropomorfismo (atribución de cualidades o rasgos humanos a un animal) es un factor inherente al vínculo humano-animal, que es prácticamente universal e inevitable, que sin este ni la domesticación ni la tenencia de mascotas hubieran sido posible, y que permite que las personas percibamos a los animales como fuentes de apoyo social y derivemos beneficios emocionales.

-Hay muchas críticas con respecto a humanizar a las mascotas, ¿Qué podés decir sobre esto?

-Tradicionalmente, la propuesta era demarcar tajantemente la distinción entre los humanos y los demás animales. Si era necesario, mediante sometimiento y violencia. Esto se fundamentaba en nuestra tradición cultural judeocristiana y se extendía hasta las formas de educación canina basadas en la dominancia del más macho sobre el resto para que no se le revelen. Así, desdibujar la distinción humano-animal cuestionaba las creencias culturales de superioridad humana, y tratar a los animales con amor familiar desafiaba la jerarquía en la familia tradicional. Hoy entendemos y aceptamos que humanos y animales somos semejantes, que hay formas más sanas de liderazgo que no dependen del sometimiento, que los golpes y castigos no educan, y que los perros no buscan derrocarnos, sino que nos consideran familia y buscan cooperar con nosotros.

-¿Qué dice la ciencia o los estudios sobre la humanización de los animales?

-Que los casos donde las personas confunden a sus animales con humanos son excepcionales, que la mayoría se vale de la humanización como una metáfora que ayuda al entendimiento, que se asocia con empatía y preocupación por el bienestar animal, que se relaciona directamente con el afecto y que no muestra asociaciones consistentes con problemas de conducta en los animales, ni con problemas mentales humanos. Al menos, considerando las conductas antropomórficas habituales, como permitir a los animales subir a la cama, abrigarlos en invierno, considerarlos como hijos y regalarles en Navidad. Claramente, es una herramienta que puede usarse también de manera negativa. Y, sin dudas, las peores consecuencias para los animales están del lado de la selección de características antropomórficas, como hocicos chatos y piernas cortas y atrofiadas, que los vuelven tan tiernos como discapacitados. También prácticas como cortarles las colas o cuerdas vocales, para adecuarlos a modas y entornos humanos, son crueles y atentan contra su bienestar. Sin embargo, a veces parece que no genera preocupación en algunos entornos que sí alzan las voces contra la celebración de cumpleaños de mascotas.

Cumple de Gianinna, la mascota de Marcos.

-¿Por qué los humanos necesitamos la compañía de los animales?

-Creo que no los necesitamos y que, por eso mismo, la elección de compartir la vida con ellos es de lo más genuina. Hoy no suelen desempeñar funciones instrumentales (como asistir en la caza, pastoreo o combatir plagas) y, sin embargo, seguimos eligiéndolos. Hay múltiples factores que explican la vinculación con animales, la mayor parte de los cuales vienen desde la prehistoria y no dependen la cultura occidental postmoderna, ni de vivir en grandes ciudades. Cuando caemos en la cuenta de que hoy existen tribus de pueblos originarios, que viven de maneras similares a como vivimos los humanos la mayor parte de nuestra historia evolutiva, que tienen animales y los tratan como semejantes, que duermen con ellos y que los consideran como hijos, nos damos cuenta de que el vínculo con nuestros animales es genuino, primitivo y trasciende cualquier condicionante actual.

 

“Las evidencias más sólidas indican que nos ayudan a disminuir nuestra reactividad cardiovascular, reduciendo presión arterial, pulsaciones, estrés e induciendo relajación, y que nos ayudan a socializar, favoreciendo intercambiar con otras personas, compromiso cívico y mejorando nuestra imagen pública”.

 

-¿Cuáles son los beneficios para las personas al convivir con mascotas?

-Hubo un boom de estudios sobre efectos beneficiosos. Hoy somos más moderados al hablar del tema. Las evidencias más sólidas indican que nos ayudan a disminuir nuestra reactividad cardiovascular, reduciendo presión arterial, pulsaciones, estrés e induciendo relajación, y que nos ayudan a socializar, favoreciendo intercambiar con otras personas, compromiso cívico y mejorando nuestra imagen pública. Luego, debemos considerar que no solo se trata de convivir, sino del tipo de relación que establezcamos, y que los beneficios no son iguales para todo tipo de personas; mayormente, dependen de las características de estas, de los animales y del tipo de relación.

-¿Cómo se entiende el “amor desmedido” hacia una mascota?

-Hace un par de años, en una entrevista en vivo, me preguntaron si estaba bien querer en exceso a las mascotas. Claro que si calificamos algo como excesivo, ya lo estamos connotando negativamente. Mi respuesta fue que el amor es un sentimiento noble y positivo, y que no es sano escatimar afecto o especular cuánto querer a los miembros de la familia. El punto es que el amor no solo dirime en términos cuantitativos, sino también cualitativos. Con frecuencia, de lo que se trata, es de la manera de amar, antes de que de la cantidad. El amor erótico hacia los animales es inadecuado, así como el amor ansioso que atenta contra la autonomía también lo es. Pero no es excesivo, sino cualitativamente diferente a un amor sano, que respeta, que procura bienestar y alienta el desarrollo de los individuos.

-¿Qué es el duelo?

-El duelo es una respuesta normal y adaptativa frente a una perdida, es decir, si bien tiene sintomatología angustiosa, penosa o desagradable, es un proceso normal, debería darse, siempre y cuando hayamos establecido un vínculo con ese ser, sea un animal o un humano que perdimos.
Ahora bien, que pasa con los animales, muchas veces no hay un reconocimiento social o a veces la gente en el afán de querer darte un consuelo, deslegitima ese vínculo, con frases como: bueno, pero era un gato, viste que los gatos se mueren, podés adoptar otro. 
Insisto no es con mala intención. Otras veces, dicen, es un perro o un gato, no es una persona. Tenemos plena conciencia de que no son seres humanos, la gran mayoría de nosotros tenemos conciencia de que no son humanos. Eso no quita que tengamos un vínculo legítimo y genuino y que desarrollemos un duelo legítimo frente a la perdida. Le llamamos, duelo privado de derechos, cuando la persona no siente que tiene derecho a vivenciar ese duelo y eso agrava los síntomas y dificulta la elaboración. Entonces, si no sabemos qué decir, no digamos nada. Simplemente, acompañamos lo que podemos acompañar y cuando no podemos, nos retiramos. Sabemos desde el momento en el que decidimos adoptar a un animal que es muy probable que parte de este proceso concluya con la perdida de ese animal, lo que tenemos que hacer es focalizarnos en la calidad del tiempo que compartimos con ellos.

-¿Puede el duelo por la pérdida de un animal equipararse al duelo por la pérdida de un familiar?

En términos de sintomatología y gravedad, sí. No hay un sistema de duelo diferencial para pérdidas de vínculos humanos y animales; es el mismo. Evidentemente, hay muertes que resultan más esperables y naturales que otras, y nuestros animales tienen una expectativa de vida relativamente corta. Sin embargo, cuentan con la particularidad de la privación de legitimidad y derechos por no tratarse de una muerte humana. Así, las complicaciones suelen presentarse cuando se le resta importancia a esa muerte y no hay un reconocimiento social de la pérdida y el luto que conlleva.

-Pensando en un cambio de paradigma, hay muchas personas que optan por tener mascotas y no hijos. En este contexto, consideran hijos a sus perros o gatos ¿Tiene esto alguna explicación?

-Esto se basa en factores que estuvieron presentes en el origen de la tenencia de mascotas, pero también se entiende en contexto. Hoy tenemos mayor aceptación de la diversidad, tenemos derecho a configurar nuestras familias sin tener que seguir un modelo tipo y tenemos libertad para elegir a quién consideramos familia. La paternidad —y maternidad, sobre todo— dejaron de ser una obligación para pasar a ser una elección. El estilo de vida de los adultos jóvenes hace muchas veces inviable el cuidado responsable de los hijos y la satisfacción de sus necesidades. En simultáneo, cambiamos nuestras actitudes hacia la vinculación con animales, los cuales son más compatibles con el estilo de vida cargado y sobreexigido, con la búsqueda de realización profesional y son menos costosos. Los cuidados parentales hacia perros y gatos no son un fenómeno nuevo, pero su masividad y reconocimiento público, reivindicando estos vínculos, sí lo son.

Marcos Díaz Videla junto a Gianinna y Diego