Santiago Peña, que hoy asumió la Presidencia de Paraguay con la promesa de hacer “resurgir” al país, es un economista y exempleado del FMI que a los 44 años se mostró como una joven promesa a pesar de surgir del oficialismo colorado y de su cercanía con el expresidente Horacio Cartes.

Durante su campaña hizo un esfuerzo por despegarse de la gestión de Mario Abdo Benítez, que no saldó los problemas centrales del país, y presentarse como la opción a futuro, mientras su mentor político, del que fue ministro de Hacienda, era declarado el año pasado como “significativamente corrupto” por parte de Estados Unidos.

A la vez, buscó mostrarse como lo nuevo, pese a ser el postulante de una fuerza que gobernó los últimos 70 años con apenas una pausa de cuatro.

Ganador de las internas de la Asociación Nacional Republicana (ANR, el nombre oficial del coloradismo), Peña, nacido en Asunción en 1978, fue padre de un varón a los 17 años, ya en pareja con Leticia Ocampo. Y apenas un año después tuvo una segunda hija.

Se licenció en Economía en la Universidad Católica capitalina a los 23 años y apenas dos años después terminó un máster en Administración Pública en la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Para entonces ya había sido analista del Fondo de Desarrollo Industrial con solo 21 años y trabajado para el Banco Central paraguayo (BCP).

En 2009 fue requerido por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington, para desempeñarse como economista responsable de países en África.

En 2012 fue elegido miembro del directorio del BCP por cinco años y en 2015, el entonces presidente Cartes lo convocó para que fuera el ministro de Hacienda.

Tenía apenas 37 años y, como el mandatario exigía que todos los funcionarios fueran afiliados al oficialismo, el economista debió dar el salto: hasta entonces estaba afiliado al opositor Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y renunció a la fuerza para firmar la ficha colorada.

Peña fue docente en la Universidad Católica y tiene publicados algunos trabajos de investigación en áreas de política monetaria y finanzas.

Ya había intentado en 2018 pelear la Presidencia del país, pero perdió entonces las internas partidarias ante Abdo Benítez. Por esos días algunos opositores lo consideraban un títere de Cartes.

De la cercanía no hay dudas: el nuevo mandatario era director, desde marzo de 2018, del banco Basa, propiedad del grupo Cartes.

Hincha de Olimpia, ahora despunta el vicio de los deportes en el gimnasio y en el paddle, pero supo jugar al rugby y hasta integró el seleccionado local, con el que disputó varios sudamericanos y dos mundiales.

En un país conservador y de fuerte tradición machista, Peña rompe con la línea general de la ANR: es favorable al matrimonio igualitario y hasta declaró que es preciso discutir el derecho al aborto sin prejuicios, aunque el Congreso discute por estos días un proyecto “en defensa de la familia” y contrario al “discurso de género”, lo que permite suponer que le será difícil avanzar en esas áreas.

“Quiero que Paraguay sea un país más desarrollado, más justo, que sea un país protagonista en la región y el mundo. Estoy convencido de que podemos generar un mayor beneficio para todos los paraguayos”, manifiesta en su sitio web personal.