Contrajo la polio de niño y utilizó el aparato durante siete décadas para sobrevivir. Sin embargo, fue a la universidad, se convirtió en abogado y publicó varios libros. Su historia inspiró a millones de personas en todo el mundo.

Paul Alexander, el hombre que vivió en un pulmón de acero durante más de 70 años y cuya historia inspiró a millones de personas en todo el mundo, murió este lunes a los 78 años, informó una organización de recaudación de fondos para su atención sanitaria.

“Paul Alexander, ‘El hombre del pulmón de acero’, falleció ayer”, escribió Christopher Ulmer, organizador y activista por los derechos de los discapacitados, en la página GoFundMe de Alexander. “Tras sobrevivir a la polio de niño, vivió más de 70 años dentro de un pulmón de acero. Durante ese tiempo, Paul fue a la universidad, se convirtió en abogado y publicó varios libros. Su historia viajó por todas partes, influyendo positivamente en personas de todo el mundo”, sumó. “Paul fue un modelo increíble que seguirá siendo recordado”.

Según reporta el medio Infobae, Alexander, originario de Dallas (Texas), contrajo la poliomielitis a los seis años y quedó paralizado del cuello para abajo de por vida.

Incapaz de respirar por sí mismo, Paul dependió desde entonces de una máquina para sobrevivir. La utilizó durante más de siete décadas, incluso cuando aparecieron nuevas tecnologías. En la actualidad era una de las últimas personas en el mundo que aún utilizaba un pulmón de acero para respirar.

A pesar de sus limitaciones físicas, Alexander logró mucho como escritor y abogado, recordado por su permanente actitud positiva y su sonrisa. Su historia se ha convertido en un ejemplo de resistencia y lucha para miles de personas en todo el mundo.

“No dejar que la polio me derrotara, sino yo derrotar a la polio”, destacó en un reportaje.
Y agregó: “Por eso siempre quise lograr las cosas que me decían que no podía lograr y alcanzar los sueños que soñaba”, dijo en 2021. Esos sueños, explicó, eran estudiar, viajar en avión, vivir de forma independiente, rezar en la iglesia, visitar el océano y enamorarse

Logró todo lo que se propuso

A los 21 años, se convirtió en la primera persona en graduarse en un instituto de Dallas sin haber asistido nunca a clase en persona. Luego, intentó ingresar a la universidad. Pero fue rechazado debido a su discapacidad.

Sin embargo, su tenacidad e insistencia hicieron que la Universidad Metodista del Sur le otorgara una beca y lograra en 1984 graduarse como Doctor en Derecho de la Universidad de Texas en Austin.

A pesar de estar atado al respirador, Alexander pudo pintar y escribir un libro

Como abogado litigante, Alexander representó a clientes ante los tribunales con un traje de tres piezas y una silla de ruedas modificada que mantenía erguido su cuerpo paralizado. También organizó una sentada por los derechos de los discapacitados.

En la universidad conoció a Claire, con la que más tarde se comprometió. Más adelante, Alexander entabló una estrecha relación con Kathy Gaines, que se convirtió en su cuidadora, o “brazos y piernas”, según sus propias palabras. Gaines empezó a ayudarlo cuando Alexander se licenció en Derecho, y le ha apoyado durante más de tres décadas. Según Alexander, los dos “crecieron juntos”, ya que Gaines es legalmente ciega a causa de una diabetes de tipo 1.

De acuerdo a lo que destaca Infobae, en 2020, Alexander publicó sus propias memorias, tituladas “Tres minutos para un perro: Mi vida en un pulmón de acero”. Tardó cinco años en hacerlo, escribiendo él mismo cada palabra con un bolígrafo sujeto a un palo que sostenía con la boca.

Paul sobrevivió a sus padres, a su hermano e incluso a su pulmón de acero original, que empezó a perder aire en 2015, pero fue reparado por un mecánico, Brady Richards, a raíz de un vídeo de YouTube en el que Paul suplicaba ayuda. A pesar de la disponibilidad de respiradores más modernos, Paul decidió seguir utilizando la máquina de pulmón de acero porque, según decía, estaba acostumbrado a ella.

En los últimos años, Alexander se encontraba confinado en la máquina las 24 horas. “Hago lo mismo que todo el mundo. Me despierto, me lavo la cara, me cepillo los dientes, me afeito, desayuno… Solo necesito un poco más de ayuda para hacerlo”, aseguraba en el reportaje, publicado cuando tenía 75 años.

 

Fuente y fotos: Infobae