El expresidente chino Jiang Zemin (1993-2003), que piloteó la transformación del país desde fines de los años 80 hasta el inicio del siglo XXI, murió este miércoles a los 96 años, informó la agencia de noticias oficial Xinhua.

En un breve comunicado, la agencia indicó que el exmandatario falleció por leucemia y fallo multiorgánico en la ciudad oriental de Shanghai, donde en los años 80 lideró la rama local del Partido Comunista de China (PCCh).

Los máximos órganos partidarios fueron los encargados de anunciar su deceso a través de una carta dirigida a todos los miembros de una organización que cuenta en sus filas más de 97 millones de personas.

La misiva expresa “el dolor profundo” por su muerte.

El diario Global Times reproduce parte de ese documento que lo define como “un gran revolucionario proletario, estadista, estratega militar y diplomático (..) destacado dirigente de la gran causa del socialismo con peculiaridades chinas (..) núcleo de la tercera generación de liderazgo colectivo central del PCCh y principal fundador de la Teoría de las tres representaciones”, que permitió incorporar al sistema a los llamados sectores emergentes empresarios capitalistas y clase media.

Este giro conceptual contribuyó de forma clave al despegue económico de un país que, regido con firmeza por un partido único, empezó a abrir vías de comunicación entre el comunismo y el hipercapitalismo tecnológico del siglo XXI.

Jiang fue secretario general del Partido Comunista de China (PCCh) entre 1989 y 2002 y presidente del país entre 1993 y 2003.

Llegó al poder tras las protestas estudiantiles de Tiananmen de 1989 que terminaron con una feroz represión y la muerte de un número nunca conocido de manifestantes.

El suceso desencadenó una profunda lucha de poder en la cúpula del Partido Comunista de China entre los partidarios de la línea tradicional y los reformistas.

Esto hizo que Jiang fuera elegido como líder por acuerdo mutuo, con la esperanza de que unificara a los miembros más vinculados a la vieja guardia y los más liberales.

Finalmente, fue considerado la figura capaz de equilibrar el giro aperturista de Deng Xiaoping con la estabilidad y el control del partido al frente del Estado.

Cuando Jiang reemplazó a Deng como líder del PCCh en 1989, China se encontraba aún en la primera etapa de su modernización económica. Cuando dejó el poder en 2003 había sentado las bases para el ascenso del gigante asiático a la categoría de las superpotencias, con tasas de crecimiento inéditas y tras haber forjado la imagen de un gigante global, favorable a los negocios.

Poco antes, en 2001, esa trayectoria se había consolidado con el acceso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Otro hito de su gestión fue la supervisión del traspaso pacífico de Hong Kong en 1997.

En el liderazgo lo sucedió el expresidente Hu Jintao, de 79 años, otra figura aperturista que protagonizó un insólito episodio en el reciente XX Congreso del Partido Comunista, cuando fue forzado a abandonar su lugar en el Gran Salón del Pueblo ante la mirada impasible del presidente, Xi Jinping, y las cámaras de la prensa internacional.

Los analistas afirman que Jiang y su grupo, conocido como “Shanghai Gang”, continuó influyendo en las políticas comunistas mucho tiempo después de que abandonara el poder.

La prensa local recuerda este miércoles que la última aparición pública de Jiang se produjo el 1 de octubre de 2019, durante el Día Nacional y la celebración del septuagésimo aniversario de la proclamación de la República Nacional China.

Su fallecimiento se produce en el marco de una estricta política sanitaria para combatir la pandemia de coronavirus en China que, si bien permitió niveles muy eficientes de contención del virus, arrastró enormes costos económicos para el país y trajo hartazgo en la población, lo que desató históricas protestas que constituyen la mayor muestra de desafío al poder en la década de Xi Jinping en el poder.

La gran locomotora económica china pierde fuerza a un ritmo que no conoció en los últimos 30 años, producto de las medidas sanitarias que establece la denominada estrategia “Covid cero”.

El contrato social implícito -establecido durante la época en que Jiang estuvo en el poder-, entre el Partido Comunista y la ciudadanía, en el que unos cedían parte de sus libertades a cambio de beneficiarse del meteórico desarrollo del país, se fue debilitando al ritmo de la ralentización económica de la última década.

Ahora, un panorama marcado por un crecimiento previsto por debajo del 4% este año, producto de una economía golpeada, los continuos cierres, y un repunte de los contagios de coronavirus, plantea uno de los grandes retos a Xi: administrar ese descontento de modo que no desplome el contrato social impulsado en los años de Jiang.

Desde Rusia, el presidente Vladimir Putin envío a China un mensaje de condolencias y calificó a Jiang como un “sincero amigo” de su país que “permanecerá en el corazón”.

“Como amigo sincero de nuestro país, Jiang Zemin hizo una contribución inestimable al desarrollo de las relaciones ruso-chinas y las llevó al nivel de una asociación de confianza e interacción estratégica”, señaló el mandatario ruso, que calificó al fallecido líder chino como a “un estadista excepcional” y “maravilloso”, según un comunicado difundido por el Kremlin.