Por Adrián Camerano. Trap y rock. Blues y heavy metal. Música urbana y pop. La edición 2020 del Cosquín Rock cerró este domingo un fin de semana donde los distintos géneros musicales compartieron mística y escenarios.

“Estamos acá, haciendo honor al rock” marcó la cancha sobre el escenario Luciano Napolitano, el hijo de Pappo. Fue una excepción: en general, los mixes entre generaciones nuevas y viejos guerreros de la música funcionaron sin conflicto, así como también fue saludable la convivencia de géneros diversos, que hasta pueden pensarse antagónicos.

Así, Los Gardelitos invitaron al escenario a la ascendente Cazzu, y Ciro cantó su clásico “Pistolas” con Wos, tal como había ocurrido hace unos meses en el festival Mastai. Que el video de aquella actuación tenga en dos meses tres millones y medio de visualizaciones podría indicar algo.

Hay que seguir y seguir

La atención este domingo estuvo puesta en el escenario Norte, que regalaba una verdadera maratón de pesos pesados. Por caso, La Mississippi, que otra vez fue programada demasiado temprano (15.20): cuando su actuación comenzó, el grupo liderado por Ricardo Tapia con tres décadas de trayectoria tenía enfrente a unas cien personas.

No fue óbice para desgranar un set breve de clásicos propios (“Odioso”, “El 16”, “Qué mujer”, “El matadero”, “Un trago para ver mejor”) y ajenos (“No obstante lo cual”, de Riff, y una versión a lo Deep Purple de “Sucio y Desprolijo”, de Pappo´s Blues). Le siguió el histrionismo de “Toti” Iglesias, el frontman de Jóvenes Pordioseros, que desgranaron unos siete temas propios y sorprendieron cerrando con “Yo volveré a las calles”, de Ataque 77, y luego Los Gardelitos, clásicos ya del Cosquín, con su rock de estética tanguera. Con Cazzu en voces hicieron “Llamame”, y también tocaron “Viejo y querido rocanrol”, “Gardeliando”, “Sortilegio de arrabal”, “Anabel” y “Mezclas raras”, entre otras.

El líder Eli Suárez reivindicó la mayor presencia de artistas femeninas en esta edición 2020, tras la polémica del año pasado, y celebró la ley de cupo. Y luego la propuesta del escenario Norte viró completamente: llegó Wos con su rap/trap/freestyle social, para delicia de un público joven que –signo de los tiempos- no paraba de filmar.

Cada día más loca

Si es verdad eso de que se vuelve cada día más loca, Celeste Carballo la tiene complicada. A los 63 años, la histórica cantante del rock nacional desgranó algunos de sus temas en La Casita del Blues, ante un público entusiasta que tomó de buen grado los extensos monólogos de la artista. Así pasaron temas de sus placas “Chocolate inglés” y “Tercer infinito”, además del clásico que versa sobre su supuesta locura y una versión rockeada de “Hablando a tu corazón”, de Charly García, la gran ausencia del festival.

Al mismo tiempo, el escenario Norte volvía a calentarse con La Vela Puerca y su rock efectivo, y un rato más tarde el Córdoba X se incendiaba con Riff, nada menos, el grupo señero del rock pesado nuestro.

Liderados por dos históricos –Vitico y Boff- y con tres vástagos ilustres sobre el escenario, el regreso de la gran banda de Pappo no defraudó. El Carpo ya no está, claro, y de algún modo lo reemplaza su hijo Luciano. Oscar Moro tampoco, pero su hijo Juanito también agita los parches; y el versátil Nico Bereciartúa sigue demostrando que toca la guitarra como pocos. “Rayo luminoso”, “Necesitamos más acción”, “No detenga su motor” y “La dama del lago” calentaron motores, para encarar una segunda etapa de show a puro clásicos: “Ruedas de metal”, “Macadam 3…2…1…0”, “No obstante lo cual”, “Sube a mi voiture”, “Susy Cadillac” y “Que sea rock”.

Fue rock allí, y en el escenario Norte también, con un Ciro y Los Persas que ya es local y descansa en una fórmula efectiva: temas propios y clásicos de Los Piojos. “Babilonia”, “Angelito”, “Vas a bailar”, “Juira”, “Luz de Marfil” y “Tan solo” encendieron al público, muchos pertenecientes a una generación que nunca vio en vivo a la banda de El Palomar.

La mezcla de piezas de aquel grupo y otras de su carrera solista siguió con “Me gusta”, “Caminando”, “Pistolas”, “Antes y después” y “Como Alí”, y se repitió al final, con “El farolito/Morena” y “Astros”.

Gran caminador del escenario, el vocalista bailó acompañado de su hijo más pequeño y contó con el soporte de Julieta Rada en coros, y la solvencia de una banda que siempre cumple.

Un regreso que fue debut

Si hubo una actuación esperada este domingo 9 fue la de Los Caballeros de la Quema. La banda del oeste bonaerense se separó a mediados de los 2000, tras un pico de éxito y la muerte del tecladista Ariel Caldara, y regresó hace un tiempo, más “crecida” en edad y solidez. Lo que desplegó en el escenario Norte pasadas las 23 fue un popurrí de viejos éxitos: abrieron el set de su primer Cosquín Rock “Celofán”, “Todos atrás y Dios de 9” y la inoxidable “Patri”, y siguieron “Saliendo a ver”, la bailable “Rómulo y Remo” y “Rajá rata”, dedicada a Mauricio Macri.

Un pequeño núcleo duro de público antiguo y fiel celebró esas versiones y otras de temas bien añejos, como “Carlito”, “4 de copas” y “Hasta estallar”. Y otros asistentes más jóvenes festejaron con más ganas las baladas hiteras “Avanti morocha”, “Sapo de otro pozo”, “Oxidado” y “Otro jueves cobarde”. Al margen, la banda no defraudó, y el pogo que desató “Pejerrey” hizo recordar otras épocas de un grupo que ha vuelto con éxito. A caballo del pasado, hay que decirlo, y del que no se sabe qué pasos artísticos seguirá.

Mientras cerraban la noche los clásicos Las Pelotas (asistencia perfecta en estos 20 años) y el rock paranoico de Juanse y los suyos, la organización del festival anunció una sede porteña, para octubre próximo. El Cosquín Rock, que no abandona su esencia serrana, girará este año entonces por Buenos Aires, España y buena parte de Sudamérica. Que sea (no solo) rock.

Foto principal: @sepiafotoagencia para Cosquín Rock

Fotos: Emilio Agüero @ea_shoot