La hermana Martha Pelloni pertenece a la congregación de las Carmelitas Misioneras Teresianas desde hace más de 50 años. Se ordenó religiosa en 1963 y el pasado 23 de febrero cumplió 79 años.

Su rostro y su lucha se hicieron conocidos para todos los argentinos en 1990, tras el horrendo crimen de María Soledad Morales en Catamarca. La monja era directora del colegio al que concurría la joven y fue la cara visible de la lucha por el pedido de justicia en un caso en el que estaban profundamente involucrados el poder político y la estructura patriarcal de la sociedad catamarqueña.

Hace unos días, la hermana Pelloni, que encabeza la red Infancia Robada en todo el país, escribió en sus perfil de Facebook un reclamo de justicia por el caso Andrea Castana, de cuyo crimen se cumplen 5 años el próximo miércoles 11 de marzo.

Hace unos días, la hermana aceptó una entrevista para el programa Una de Cal, que se emite en Radio Más Rock (106.5). 

-¿En qué se basa tu trabajo por estos días?

-Ahora, fundamentalmente, con nuestras charlas haciendo prevención educativa con las nuevas violencias sobre todo cibernéticas. Se ha corrido el mapa de la fragilidad mental, afectiva y emocional del ser humano que nos atrapamos con el celular, con las adicciones que nos provocan el juego, la violencia, y no digamos nada de la pornografía y de las drogas. Si a eso le sumamos la presión de algunos medios que no dignifican a la persona quedamos como “rayados”, con las nuevas adicciones.

-Tenías una vocación religiosa y lo que pasó en Catamarca con María Soledad te cambio…

-Me dio vuelta la página el crimen de María Soledad porque mi vocación inicial, además de enamorarme de Jesús en todo lo que son los valores evangélicos, soy docente y catequista de alma. Pero me llevó esa docencia a ocuparme de lo que significó no poder volver desde la muerte de María Social que la dimensión social de las víctimas de todo tipo de violencia, de los femicidios, los abusos que es lo que más trabajamos en nuestros foros en la organización Infancia Robada que nación en Goya en 2008 y es una red con más de 35 foros en todo el país.

-El caso María Soledad tenía el entramado del poder en el medio del caso. ¿Cómo has visto que ha cambiado la violencia de género en el país?

-Creo que la causa inicial es el machismo patriarcal que vivimos en nuestras culturas, sobre todo en las provincias feudales porque el empoderamiento del hombre machista se le suma el poder por el poder mismo y es dueño no solamente de las mujeres si no de la sociedad, de lo económico. Es terrible cuando el empoderamiento es patriarcal que es una de las características del machismo argentino y latinoamericano. Así que las mujeres hemos ido destapando, gracias a que no nos estamos callando, en diversos grupos que existen en el país por el abolicionismo de este pratriarcado machista y esto hace que las causas se destapen y salgan a la luz como los abusos domésticos. Lo que vemos de las muertes y los femicidios han ido creciendo a través de los años y esto se ha hecho moneda corriente y es un horror. La violencia se aprende, nadie nace violento, pero también se desatiende. Pero, qué pasa en la educación familiar que los niños ya son violentos en la escuela: lo tenemos en el primario y en le secundario. Entonces, hay que desaprender la violencia que ya tienen nuestros chicos y ni qué decir los grandes. Lo que pasa es que cuando se enquista en lo social se necesita de profesionales, porque no es fácil salir de una violencia asumida como estilo de vida en el ser humano. Hay sociedades más violentas que otras.

-Con respecto a los femicidios en 2020 ya son más de 64 casos ¿qué sensación te provoca?

-Se instala en los medios y en la mentalidad de la sociedad y por eso hay que reaccionar frente a esto. Los medios de comunicación tienen una influencia muy fuerte y la violencia se aprende. Imaginate a un varón que ve estos casos, es violento y termina imitando. Hay que tener mucho cuidado en lo quedamos con la educación. El que es grande ya tiene que ser tomado por las organizaciones de represión como puede ser la Policía.

-¿Cómo creer que se puede erradicar o mitigar?

-Hay que empezar por la educación familiar y hay que educar a los padres. Estoy cansada de dar charlas y los padres hablan y cuentan sus verdades. Hay dos o tres generaciones de padres y de docentes que no tuvieron límites en su educación ni familiar ni escolar. Entonces tenés papás que no saben poner límites a sus hijos. Si no, cómo puede ser que una mamá de un nene de 3 años que está con el celu y el nene llora porque no se lo quiere prestar. La adicción al celular comienza con los colores porque si tiene dos añitos, no entiende nada. Disfruta de los colores y el movimiento. Solamente ve y cuando empieza a entender ya viene el jueguito. Y ¿qué es lo que venden los que hacen los programas de jueguitos para los celulares de los niños de esa edad? Lo que les atrae es que uno es bueno y otro malo, uno es negro y otro es blanco, es la violencia del más fuerte. Él puede comprar y yo no. Así comienza la violencia. Esto ocurre en las familias y el niño va al Jardín y entran y se pegan como aprendieron en el celular. Pude ver hace poco un video que enseñaba cómo hay que matar a tu abuelita. Entonces, esa violencia que ven nuestros niños y no se pone límite de parte de los adultos, está ahí el primer problema. En la escuela, al docente le pasa lo mismo porque no hay límites. No educamos con los límites. Ni qué decir cuando sabemos que a los 9 años ya tienen interés por la pornografía en los celulares y en la computadora.

-Hace poco escribiste sobre el caso Castana, ¿qué te provoca el caso y que no haya una sola pista sobre el crimen?

-Hay que hablar de este horrendo crimen que ocurrió en el Cerro de la Cruz el 11 de marzo de 2015. Ocurrió en un Vía Crucis. Cómo puede ser que no se sepa qué pasó, no puede decirse que no hay cercanía para hacer una investigación. Ya hay encubrimiento. Es una barbaridad que no haya ni siquiera un indicio de quién fue. Hoy tenemos protocolos de investigación para la propia sociedad como lo son nuestros organismos que acompañamos a la familia y los primeros investigadores tenemos que ser los que nos acercamos a la familia, son los mejores investigadores. Les puedo asegurar que así fue con el caso María Soledad para sostener la única prueba que fue un indicio que se confirmó en prueba porque la fortalecimos nosotros, no la Policía ni la Justicia. En todos los casos a esto hay que saberlo y hacerlo.