Quince años atrás, un cordobés oriundo de Cosquín se lanzó a las aguas heladas y de altura del Lago Titicaca para escribir una página única en la historia de la natación argentina.
El 2 de mayo de 2010, Marcelo Stancanelli nadó los 7,8 km que separan la Isla del Sol de la Isla de la Luna, a 3.850 metros sobre el nivel del mar y en aguas de solo 11 grados. Lo hizo en 2 horas y 28 minutos. “Fue un esfuerzo extremo, donde cada brazada fue lucha”, recuerda hoy, con la misma emoción de entonces.
Ese cruce no solo lo convirtió en el primer cordobés en lograrlo, sino en uno de los primeros diez argentinos en realizar la travesía. Una hazaña que, quince años después, sigue siendo única en la provincia. “Hasta hoy, sigue siendo un hecho sin repetir en mi provincia”, señala Marcelo, con la humildad y la determinación de quien sabe que hizo historia.
Desde aquella gesta, Stancanelli no se detuvo. Siguió nadando en aguas abiertas por toda la Argentina, cosechando títulos y distinciones.
Fue campeón del Circuito NOA de Aguas Abiertas en dos temporadas consecutivas (2022/23 y 2024/25) y ha sido varias veces reconocido como Deportista Destacado por la Municipalidad de Cosquín.
Además de nadador, Marcelo es entrenador, guardavidas, instructor y ex guardaparque nacional, una experiencia que, dice, le dio una “conexión profunda con la naturaleza, la seguridad y el esfuerzo en entornos extremos”.
El canal del Beagle, un nuevo desafío
Hoy, en 2025, a 15 años de aquel cruce inolvidable, la historia vuelve a repetirse, pero esta vez en las frías aguas del fin del mundo.
Marcelo se prepara para un nuevo reto: el cruce del Canal de Beagle, en el extremo sur del continente. “Es uno de los desafíos más exigentes del mundo”, asegura. Pero más allá del esfuerzo físico, reconoce que este reto también implica “organización, planificación rigurosa y recursos económicos importantes”.
Su travesía, como entonces, va más allá del plano deportivo. “Es también una forma de inspirar, de demostrar que con esfuerzo y pasión se puede llegar lejos, y de representar con orgullo a nuestra comunidad”. Por eso, en cada brazada lleva el nombre de Cosquín, su ciudad natal, con el objetivo de difundirla como capital cultural del país.
Y como en toda gran historia de vida, hay una causa mayor que lo impulsa: la defensa del ambiente y la conciencia ecológica. Bajo el lema “más bosques, más agua, más natación”, Marcelo promueve la natación en aguas abiertas como una vía para proteger nuestros ecosistemas acuáticos. “Los bosques y el agua están profundamente conectados, y desde mi lugar, quiero aportar a esa toma de conciencia”, afirma con convicción.
Quince años después de aquella gesta en el Titicaca, el nadador de Punilla sigue escribiendo capítulos épicos. Con la misma pasión, con la misma entrega, y con la mirada puesta en un horizonte cada vez más lejano, pero siempre alcanzable.