En medio de tantas tragedias ambientales cotidianas, la historia de una vida que se está gestando probablemente sea de las más impactantes del año en Córdoba. En esta nota te la contamos.

Un nacimiento en la Tierra es siempre una esperanza de trascendencia en el tiempo. Es la máxima expresión de vida en tiempos de amenazas latentes de extinción de algunas especies del planeta.

El cóndor andino es considerado hoy una especie “casi amenazada” según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN, por su sigla en inglés), aunque bastante bien preservada en algunos sectores de Sudamérica, gracias a políticas encabezadas por el Programa de Conservación Cóndor Andino (PCCA), entre otras.

Ello no quita que el nacimiento de estas aves voladoras, las más grandes del mundo, sea motivo de festejo para los amantes de la naturaleza.

El mágico encuentro

La reserva Tatú Carreta, ubicada a un costado de la Ruta Nacional 38, en la localidad de Casa Grande, fue el lugar de encuentro de dos cóndores adultos que ya no podían volar, un macho de unos 15 años y una hembra de 20, aproximadamente.

En el 2012, el macho fue hallado con una lesión en su ala derecha en la zona de Panaholma, en Traslasierra, y trasladado a la sede que la Fundación Bioandina Argentina tiene en Ecoparque de Buenos Aires. Sufrió un disparo de arma de fuego y tuvieron que amputarle el ala: nunca más volvería a volar. En esas condiciones llegó en el 2015 a la reserva de Punilla.

La hembra, en tanto, llegó al Tatú Carreta en el 2016. Fue rescatada ese año en San Juan y llevada hasta un zoológico de Olavarría, provincia de Buenos Aires. También sufrió un disparo que le estropeó la articulación del ala derecha. Intentaron rehabilitarla pero no prosperó.

Ambos hubieran muerto en la naturaleza salvaje. “Probablemente, el macho hubiera muerto por una infección como consecuencia de la herida sangrante; y la hembra hubiera quedado indefensa ante los ataques de sus predadores”, señaló María Ahumada, médica veterinaria (MP 1854), responsable sanitaria del plantel del Tatú Carreta.

Pero la historia de vida los unió. En marzo de este mismo año el equipo de trabajo de la reserva de Casa Grande, encabezado por su encargado Javier Álvarez, decidió juntarlos en un jaulón especialmente diseñado para estos cóndores, con las condiciones necesarias para su estadía y, por qué no, una potencial reproducción de la especie.

Al poco tiempo del encuentro, el ornitólogo Javier Heredia, colaborador de la reserva por su especialidad, descubrió a las aves en un momento de cópula.

Tras algunos días de sospechas de que algo bueno se estaba gestando, finalmente este miércoles 25 de septiembre el plantel del Tatú Carreta descubrió el huevo que el cóndor hembra estaba incubando.

“Estamos felices, nos llena de orgullo porque es una muestra de que estamos haciendo las cosas bien”, contaron a Carlos Paz Vivo!

“El Tatu Carreta no tenía experiencia en reproducción de cóndores y esto es un verdadero desafío. Ahora solo nos queda seguir brindándoles las mejores condiciones de estadía y esperar que el pichón nazca a principios de noviembre”, dijo Álvarez.

Tiempos de espera

La médica veterinaria explicó a este medio que el tiempo de incubación es de entre 55 y 60 días, por lo que estiman que el pichón nacería en noviembre. Hasta ese momento, el mayor tiempo de incubación lo afrontará la hembra mientras el macho custodia el nido.

Pero existen algunos riesgos: “El más terrible sería que el huevo sea anembrionado y no haya ningún tipo de gestación”, señaló primero, y agregó: “Si nace, habrá que ver si los padres pueden alimentarlo, un acto que es naturalmente instintivo”.

Si el pichón rompe el cascarón se convertirá en el primer nacimiento en cautiverio de un cóndor en la provincia de Córdoba.

Si todo va bien, estará entre cuatro y cinco meses junto a sus padres en el nido inferior del jaulón que tiene 30 metros de largo, cinco de ancho y seis de alto. Tras ese período, se analizará llevarlo al Ecoparque de Buenos Aires o a otro destino de Río Negro con el objetivo de insertarlo a futuro en su hábitat natural.

“Ojalá pueda volar y hacerlo por sus padres, a quienes le quitaron este privilegio”, dijeron emocionados en el Tatú Carreta.