José Luis Altamirano, baqueano de San Javier y bombero de profesión, compartió con Carlos Paz Vivo! una travesía única: pasó la noche en lo más alto del cerro para vivir desde adentro la primera nevada del año.

Cada vez que los pronósticos anuncian la llegada de la nieve, José Luis Altamirano ya está preparado. Baqueano experimentado, vecino de San Javier y bombero de profesión, conoce el Cerro Champaquí como pocos. Este lunes, acompañado por dos amigos, volvió a repetir un ritual que ya se convirtió en una tradición: subir a la cumbre y esperar la primera gran nevada del año.

“Venimos haciéndolo hace un par de años”, contó a Carlos Paz Vivo!. “Siempre que se viene la primera nevada, subimos y hacemos noche en la cumbre. Esta vez ya veníamos siguiendo el clima, y cuando vimos que se venía, salimos ayer por la tarde desde San Javier”.

Una noche helada y mucho peso a cuestas

El ascenso fue por la exigente Cuesta de las Cabras, con mochilas cargadas de equipo. “Es una logística pesada porque hace mucho frío. Estaba haciendo -10 grados y había mucho viento, así que hay que llevar mucha ropa, cocina, mucha agua porque arriba casi no hay”, explicó.

La llegada fue cerca de las 7 de la tarde. “Tomamos unos mates, cocinamos algo y nos fuimos a dormir en un viejo silo de chapa, que antiguamente se usaba para una repetidora. Hoy funciona como refugio de emergencia. Está bien aislado, así que sirve para cualquier búsqueda o rescate”, señaló.

Nieve, viento blanco y una bajada complicada

“Nos levantamos a las 6 de la mañana. Hacía frío, pero todavía no nevaba. A las 7 y pico empezó la nevada fuerte, con viento blanco y visibilidad cero. No podíamos salir. Tuvimos que esperar hasta la 1 de la tarde, cuando se despejaron los filos”, relató.

La bajada fue lenta y cuidadosa. “En algunas partes había nieve hasta las rodillas y los senderos se perdían, así que bajamos muy despacito, cuidando los pies y el paso. Ya más abajo estaba hermoso. Nevó hasta los 1.600 metros sobre el nivel del mar aproximadamente”.

Con fotos y videos que compartió en exclusiva, Altamirano regaló una de las postales más imponentes del invierno cordobés, desde lo más alto de la provincia. Una vivencia extrema, sí, pero cargada de belleza, conocimiento y respeto por la montaña.