La calma cambiaria llega en un momento clave: el Gobierno activa el swap con Estados Unidos y apuesta a la estabilidad como señal política

A días de las elecciones legislativas, el dólar muestra una leve baja luego de semanas de presión sostenida. La combinación de intervención oficial, respaldo financiero externo y estrategia electoral parece haber devuelto algo de tranquilidad al mercado cambiario, aunque el equilibrio sigue siendo delicado.

Una tregua cambiaria a medida del calendario político

El tipo de cambio mayorista se mantiene en torno a los $1.490 por dólar, tras una serie de jornadas con presencia activa del Banco Central. El Gobierno busca llegar a las urnas con un dólar controlado y una sensación de estabilidad que contribuya a mejorar el clima económico.

Esta calma no es casual: responde a una estrategia preelectoral de contención monetaria, con ventas selectivas del Tesoro y una mayor coordinación con el Banco Central. En paralelo, la activación del swap con Estados Unidos aporta una señal de respaldo internacional y un respiro financiero en medio de la tensión.

El swap como ancla de confianza

El acuerdo firmado con el Tesoro estadounidense por US$ 20.000 millones permite ampliar las reservas disponibles y refuerza la capacidad del país para enfrentar presiones cambiarias. Aunque no se trata de fondos de libre disponibilidad inmediata, el solo anuncio generó un cambio en las expectativas del mercado.

El mensaje es claro: el Gobierno tiene con qué defender el peso. Esa percepción funciona como una barrera psicológica ante la dolarización preventiva de carteras y contribuye a frenar la demanda especulativa.

El componente político también es relevante. El respaldo de Washington en plena campaña se interpreta como un gesto de apoyo que fortalece la imagen de estabilidad y reduce los temores de un salto devaluatorio inmediato.

Factores que explican la baja del dólar

Estrategia electoral: el oficialismo busca evitar sobresaltos cambiarios en plena campaña, priorizando la estabilidad sobre cualquier ajuste.

Intervención coordinada: las ventas del Tesoro y la línea de swap funcionan como herramientas de contención efectiva.

Expectativas más calmas: parte del mercado percibe que no habrá movimientos bruscos antes del domingo electoral.

Menor brecha cambiaria: el dólar financiero y el paralelo se estabilizaron, reduciendo el incentivo a dolarizar posiciones.

El resultado es una tregua temporal que, aunque frágil, permite al Gobierno atravesar un tramo crítico con mayor margen de maniobra.

Proyección del tipo de cambio

Con el dólar mayorista en torno a los $1.490, los analistas contemplan tres escenarios posibles:

Optimista: se mantiene la confianza y el tipo de cambio baja levemente hacia los $1.460-1.480.

Intermedio: el efecto del swap se modera, pero la estabilidad persiste; el dólar se sostiene en $1.500-1.520.

Adverso: si el resultado electoral genera incertidumbre o el swap se retrasa, el tipo de cambio podría saltar por encima de $1.550.

El escenario más probable, por ahora, es el intermedio: un dólar contenido, aunque sostenido artificialmente por intervención y expectativas.

Una calma que depende de la política

La baja del dólar es, en buena medida, una construcción política. Sin mejoras estructurales en reservas, inflación o credibilidad, la estabilidad actual se apoya más en la expectativa que en la solidez.

El desafío llegará después de las elecciones: si el resultado ratifica apoyo al Gobierno y se avanza en el uso efectivo del swap, el tipo de cambio podría estabilizarse en el corto plazo. Pero si la confianza se resquebraja, la corrección podría ser tan rápida como su reciente descenso.

Por ahora, el dólar baja. Pero lo hace sostenido por un delicado equilibrio entre la política y el mercado, más que por fundamentos económicos duraderos.