Antes de cada jornada de labor por los demás, Cristian y Gabriela reúnen a los voluntarios que colaboran en las tareas del merendero y, tomados de la mano, oran para entregar ese trabajo a Dios y a los que van a ayudar.

Hace 7 años, la pareja se puso manos a la obra para conjugar la fe con alguna acción solidaria con un entorno cada vez más empobrecido y sumido en la crisis social, humana y espiritual. La Fundación Panza Caliente le da de comer a personas en situación de calle, a sectores vulnerables y a quienes quieran llegar a su sede en la calle Brasil al 400.

“En nuestro corazón sentimos que podíamos hacer algo más como familia y si bien repartíamos comida en la calle, pensamos en por qué no abrir un merendero”, relata Gabriela.

Cristian es policía retirado y Gabriela, ama de casa. “Estaba de adicional y como somos cristianos, Dios es audible. Le pregunté a Dios qué podíamos hacer y él me respondió que pusiera un merendero”, cuenta Cristian y señaló que el mismo día Gabriela pensó lo mismo.

Y de repente consiguieron alquilar el salón que aún alquilan en la calle Brasil.

La historia de Gaby y su fuerza para seguir

En noviembre del mismo año en que abrieron el merendero, de 2017, a Gabriela le detectaron un cáncer y varios médicos le dijeron que le quedaban meses de vida. “Tuve que hacerme 16 quimios, una cirujía y 26 rayos. Hacía quimio y al otro día venía a abrir Panza. Nunca dejamos de trabajar, de ayudar, de escuchar, de compartir”, expresa la mujer.

“No tenemos un lugar físico y le seguimos dando de comer a la gente en la calle. Nos entristece que en invierno le tengamos que dar de comer a la gente en la calle. Hay mucha, mucha, necesidad”; dice la mujer.

La crisis se siente

Cristian asegura que pasaron años difíciles y eso sigue. “Acá se refleja la necesidad, la falta de trabajo, el miedo que hubo a fin de año con la nueva disposición de gobierno a nivel nacional. Ahora no se sabe cómo van a hacer con los útiles escolares, cómo enfrentar la escuela cuando tenés seis chicos”, relata Cristian.

“Estamos vendiendo prepizzas los fines de semana para juntar fondos para los chicos

Hacemos de comer viernes de por medio para que se la lleven los fines de semana. Buscan la vianda y se la llevan. Se nota y es muy importante la necesidad.

Qué se necesita

“Todo”, dice Cristian. Y es que es así. “Se necesita desde un alimento no perecedero, un kilo de azúcar, enlatados, elementos de limpieza, todo lo que sirva para los chicos. Lo que no se consigue como donación se compra porque hay que responder”, expresó.

El salón tiene gastos en agua, en gas, en luz. Y además lo que hace falta para atender a la gente, desde un plato de comida hasta una necesidad de apoyo familiar en ropa, útiles escolares u otros elementos.

Para Colaborar

Panza Caliente

CBU 0200349601000025060701

Banco de la Provincia de Córdoba