En una esquina de Villa La Tela, al borde de la ruta y frente al alambrado de la Escuela de Aviación, tres niñas esperaban en el semáforo. No pedían comida ni ropa: pedían violines. Ese gesto inesperado, en un barrio castigado por la pobreza y los prejuicios, marcó el comienzo de Benjamines, la orquesta de los chicos que hoy transformó la vida de una generación.

Detrás del proyecto está Pollo Díaz, vecino adoptivo de la zona y motor de una experiencia comunitaria que hace más de una década abre caminos donde antes solo había resignación. Hace unos días, Díaz fue galardonado con el premio Abanderados que otorga la Fundación Noble a referentes de todo el país.

El origen: tres niñas y un pedido que cambió vidas

“Tratemos de imaginar la ruta, las casas humildes, los negocios del asentamiento. En esa esquina había tres niñas pidiendo violines. Ese pedido me cambió la vida”, recuerda Pollo.

Corrían los años 2005 y 2006. Él recién comenzaba a vincularse con el barrio tras el tornado de 2003, cuando trabajaba como funcionario municipal y recorría la zona repartiendo comida.

“Acá, la cultura decía que no se podía soñar. Los superhéroes eran los narcos, no Batman ni Robin. El chico veía al narco con auto, con plata, con llantas nuevas… parecía el destino inevitable”, cuenta.

Aun así, pensó que la música podía ser una salida: una forma de abrir futuro en un territorio donde las oportunidades eran escasas y los prejuicios, enormes.

El vínculo con la Villa y la búsqueda de instrumentos

Pollo nació y creció en Alberdi, pero su relación con La Tela se fortaleció durante las tareas de reconstrucción tras el tornado.

“Yo tenía que estar acá. Después vinieron los centros comunitarios, la obra pública, la reconstrucción. Ahí nació mi amor por la Villa y su gente”, recuerda.

Con un grupo de amigos quiso armar un comedor, pero no había garantías de mantenerlo. Entonces decidieron preguntarles a los chicos qué querían hacer en su tiempo libre.

“Salió batucada, salió fútbol… y un pequeño porcentaje pidió violines. Ahí arrancó todo”.

Una Villa que empieza a ser barrio

Históricamente castigada, La Tela fue conocida por los desarmaderos de autos y por la precariedad. Hoy, la transformación es visible.

“La gente paga la luz, ya no está colgada de los cables. Hay adoquines, hay cloacas. Esto pasó de ser Villa a empezar a ser barrio”, cuenta Pollo, que participó de varias de esas mejoras.

Las tres primeras chicas que pidieron violines todavía están vinculadas a la orquesta, igual que otros jóvenes que crecieron dentro del proyecto.

La música como excusa para cambiar destinos

Para Pollo, la orquesta es algo más que música:

“La música es la mojarrita con la que salimos a pescar la problemática de los chicos”.

Cuando Benjamines empezó, el principal obstáculo era el abandono escolar. Se implementó un requisito: para tocar, había que estar en la escuela.
Eso cambió trayectorias.

“El secundario para un pibe de la Villa es la universidad. Y muchos ya llegaron a la universidad de verdad”, celebra.

Entre los casos emblemáticos está Paloma, que vive a pocas cuadras y está a punto de recibirse de profesora de música. Su infancia transcurrió en una pieza única donde dormían y vivían siete u ocho personas.

“Verla a Paloma recibirse es la semilla del futuro árbol. Es un mensaje para todos los chicos: nacer en una Villa no te condena. Lo que te condena son las excusas”.

A ella se suman otros jóvenes: Agustina en el profesorado, Dylan como técnico en seguridad e higiene, Nazarena en criminología, Jesús en arquitectura y más.

Trabajo, futuro y nuevas estrategias

Muchos adolescentes crecieron creyendo que terminar el secundario aseguraba un trabajo estable. Pero la realidad les mostró lo contrario.

“Eso no existe ni para los pibes de la Villa ni para muchos más”, explica Pollo.

Por eso surgió una nueva estrategia: vincular a los jóvenes con la Escuela de Suboficiales, aprovechando la cercanía con la base aérea.

“Queremos que ingresen como soldados músicos. Así tienen sustento económico y una carrera”.

Pero la lucha es desigual.

“Por cada tres casas, una trabaja con droga: la distribuye, la cuida o la vende. La economía social pasa por ahí. Eso te muestra el nivel de batalla que damos”.

Meritocracia y desigualdad: la charla incómoda

Pollo no esquiva el tema cuando se habla de mérito.

“La meritocracia es una linda palabra… pero para los chicos de la Villa no existe. Acá nadie nace con mérito”.

Recuerda cuando, al empezar, había más de 90 chicas embarazadas de 14 años, muchas tras situaciones de abuso. Trabajaron en talleres de prevención, pero igual aparecían nuevos embarazos.

Cuando les preguntaba por qué, las respuestas eran elocuentes: “Yo sé que no voy a tener casa, vacaciones ni nada propio. Mi hijo va a ser lo único mío”.

“¿Qué mérito les podés pedir?”, se pregunta Pollo, que también participó de charlas con hijos de empresarios.

“Ellos decían que todo se lograba porque se levantaban temprano y apostaban… ¡claro! Pero hay mundos que no se comparan”.

Benjamines: música que sostiene futuros

A 12 años del inicio, Benjamines es una comunidad que acompaña, forma y contiene. Una orquesta que nació del pedido improbable de tres niñas en un semáforo y hoy es un camino posible para cientos de chicos.

“Siempre creí que la música podía abrir otra manera de pararse ante el futuro. Y acá está la prueba”.