Paula toca el timbre de la puerta de la Alcaidía de la Departamental Punilla. En la vereda de la calle Saavedra dos chicas están un poco más atrás. Todas traen una bolsa con la comida para el almuerzo y cigarrillos.

“Los cigarrillos son de marcas truchas porque si les traes de los caros, los mismos policías se los roban”, le dice una de las chicas a Paula. La mujer lleva también su bolsa y algunos medicamentos para su hijo, que fue detenido por burlar un control policial cuando estaba pescando en el lago. Quiso escapar, y se mojó la ropa. Ya preso se “pescó” un resfrío y Paula tiene terror que se contagie Covid-19 mientras esté detenido.

Cuando Carlos Paz Vivo se acercó a hablar con ella –Paula es un nombre fiticio – , dijo que no exculpaba a su hijo pero advirtió que en el edificio de la Departamental no hay condiciones sanitarias en épocas normales y mucho menos ahora, en tiempos de pandemia. La comida y el abrigo de los presos corre por cuenta de los familiares que llegan al mediodía y a la noche hasta la puerta de Saavedra. Quienes no tienen familiares, dependen de la solidaridad de otros presos.

El virus del Covid-19 ya se metió en las cárceles de Córdoba: en Río Cuarto se reportaron más de 50 casos, en el penal de Bouwer se detectaron 3 casos y se comenzó a testear a los contactos estrechos y en la Unidad Carcelaria de Aprehensiones se disparó un brote que, según el informe epidemiológico, generó consecuencias en otros centros donde permanecen personas detenidas.

En los primeros días de la cuarentena, la Policía de Córdoba tomó al pie de la letra la orden del Gobierno de detener a quienes violaban la cuarentena. Por aquellos días y hasta hace un tiempo, se emitía un parte diario con la cantidad de personas detenidas. Eso dejó de suceder. El cambio tiene que ver con las escasísimas medidas sanitarias y de higiene en que se encuentran una gran parte de las Alcaidías donde permanecen los detenidos por causas menores o los que han cometido delitos graves hasta que se decide su traslado a un penal.

Por eso, desde el Ministerio Público Fiscal se determinó enviar a los presos de las Alcaidías a la UCA, en la ciudad de Córdoba, donde, justamente, hace unos días surgió un brote de coronavirus.

Este fin de semana, por caso, la información que obtuvo Carlos Paz Vivo señala que hasta este viernes por la noche había 8 presos en la Alcaidía. El promedio en épocas de la vieja normalidad y de los primeros meses de la pandemia era mucho más alto. Y el lugar llega albergar entre 20 a 30 personas que permanecen allí hacinadas y casi sin elementos para higiene personal y nulas medidas de bioseguridad.

¿Medidas sanitarias?

“Los baños son un desastre, no nos dan barbijos ni existen medidas de distanciamiento”, expresó un hombre que estuvo detenido varios días en la Alcaidía de Carlos Paz por una contravención.

Según el testimonio del hombre, el estado de los baños es desastroso y que, una vez adentro, el muro que separa el interior de la Comisaría con la “vida real del afuera” es también el límite entre la prevención del Covid-19 (normada por una ley que multa a quienes no la cumplen) y la inexistencia de cualquiera de las medidas que se reclaman y exigen a la población para que el virus no se propague. Y eso incluye a los policías en su accionar cotidiano dentro de la Departamental.

La situación se presenta en una ciudad como Carlos Paz, con 165 casos confirmados de coronavirus, y en un centro al que llegan presos de distintos puntos del Departamento Punilla ya que es la base de la Regional.

Fuentes judiciales aseguraron que hubo apuro a la hora de decidir qué hacer con los presos en medio de la pandemia. Y afirman que el hecho de que no se hayan dado casos en el interior de la Departamental es casi “un milagro”.

Este medio intentó en varias oportunidades contar con información oficial sobre este tema pero no obtuvo respuesta.