Ahí va Oscar, con mi campera de la “Promo 007”, a pasar las dos noches más frías del año hasta ahora…
Oscar es mi vecino. O casi. Él pasa frente a mi casa todos los días de sol camino a Playa Esmeralda, su ‘hogar’ de día, para volver cuando al atardecer a su “dormitorio”, un galpón de calle General Paz.
Oscar es uno más de las tantos -aunque se pretendan ocultar- en situación de calle; las calles de Villa Carlos Paz.
En verano, pide hielo para mantener algo de la comida que le dan, o encuentra. Durante los días de frío, solo quiere abrigo, “para tratar de no sufrir tanto”. Tratar de no sufrir TANTO, me dijo y se me sacudió el piso.
Anteayer, el día anterior a estas dos noches tremendas, Oscar me encontró a dos cuadras de casa y, después de reflejar que la dignidad no se negocia con un “mis respetos hacia usted, amigo, por todo lo que hizo por mi”, me preguntó si no tenía algún abrigo y medias.
El resto, lo ven en la foto.
Podría reproducir los 10 minutos de charla con él (refugio nocturno, venta ambulante, sus enfermedades, etc.), podría venderme humo de lo “caritativo” que fui.
Sólo pido que quien tuvo el privilegio de tener un cel en la mano, en un lugar calentito leyendo esto, haga un flashback y vea cuántas veces pensó -al menos- en estas personas que, por lo que se ve, se hacen más numerosas con el pasar del tiempo.
Ahí va Oscar, que se llama como mi viejo (quizás por eso lo sentí cerca) con tres pares de medias en una bolsa y mi campera alusiva al final de otro de mis privilegios, el secundario IPEA 240 de La Paquita.
Ahí va Oscar, a pasar las dos noches -hasta ahora- más frías del año.