Hace pocos días, Ramona Valdes, la madre de los pasteliteros de Carlos Paz falleció tras luchar contra una larga enfermedad contra la que batalló hasta el final, con la entereza de siempre.

Tenía 77 años y desde hace más de cuatro décadas hasta hace pocas semanas, su puesto de pastelitos en el embarcadero de los catamaranes era el clásico lugar para buscar esa delicatesen cordobesa por excelencia.

Con esa labor diaria, perseverante y tan llena de amor, pudo criar a 10 hijos que le dieron un rosario de nietos que hoy siguen su camino en el oficio más serrano.

Lu, una de sus nietas, la recuerda con el amor que supo enseñarle en esa enseñanza cotidiana de trabajar a la par para salir adelante.

“La abuela luchó 14 días con mucha intensidad después de transitar la enfermedad durante 5 años. Se le despertó y estaba sufriendo mucho”, cuenta.

La nieta de Ramona atesora los momentos que compartió con la abuela en el puesto de la Costanera, en la elaboración de las exquisiteces cordobesas y en ese día a día tan lleno de experiencias para escuchar.

“Me enseñó a salir adelante, a saber el valor de las cosas, me impulsó a estudiar estudiar y a salir a vender para seguir”, asegura Lu.

La tradición sigue, el oficio aprendido continúa en toda la descendencia de Ramona. “Es una tradición y un trabajo honrado para todos”, asegura su nieta.

Ahora, la familia quiere que se la recuerde por siempre con una estrella o una plaquita en el puesto de venta que tuvo casi toda su vida laboral.