Por Alejandro Barbeito. Hay historias que se instalan en la cabeza de uno y con el paso del tiempo no sabemos si fueron verdad o un chispazo creativo en algún sueño de verano.
Esta ocurrió más o menos por el 73-74 del pasado siglo. En Córdoba se jugaba el campeonato Neder-Nicola (en homenaje a dos periodistas deportivos del antaño cordobés).
El certamen se jugaba a modo de preparación, tipo torneos de verano jugado por Talleres, Instituto, Belgrano y Racing.
La historia que ronda mis recuerdos era del partido entre la T y la Gloria (de la cual soy fiel) en el Monumental de Alta Córdoba.
Todos sabíamos de la calidad del 10 tallarín, un tal Daniel Willington, que ya para esa época era un prócer del fútbol. Tenía una pegada magistral, la pelota cuando salía de sus pies era una especie de vals que recorría el verde césped y que convertían al estadio en el Rivera Indarte (Libertador).
Lo hinchas rivales le decíamos el “borracho”, si se me disculpa la digresión atemporal, seguramente “porque no era muy dedicado a la preparación física”.
Bueno, pero yendo a los hechos, en el partido el hombre de negro cobra penal para Talleres el que obviamente pateó el Daniel.
El ejecutor hacía que solo sea un trámite, era gol de Talleres.
Sin embargo, el “Cara e´león” Perriot la sacó al córner. El estadio fue una hoguera de goce. Mientras Willington se encaminaba a patear el córner gritábamos desaforados “Borracho..borracho!!!”.
El Daniel ejecutó desde la esquina Noreste del estadio con su estampa imperturbable: gol olímpico. Dicen que el grito de la parcialidad albiazul se escuchó en el lado oscuro de la luna.
Más allá si a esta historia la corroboran los hechos o no, para mí fue cierta, y más allá de haberla padecido es un honor que semejante crack te haga una cosa así.
Hasta siempre Daniel!





