La actividad tiene distintos objetivos e intereses. Se usa para detectar piezas arqueológicas, por hobby en las playas y para retirar plomo del lago, como forma de contribuir en el cuidado del medio ambiente.

En los últimos meses, se ve en las costas del lago y en el río, personas con aparatos buscando objetos. Se trata de la actividad de Detectorismo y tiene diversas facetas, según explicó Mario Mora, detectorista e integrante de la Fundación ECOSOAM (Ecosistema, Sociedad y Ambiente), que tiene siete años de vida.

“En nuestro caso hace más de 20 años que estamos y trabajamos en coordinación con la arqueóloga, Gisela Sario, del CONICET, que está a cargo de Punilla Sur y la cuenca del lago San Roque”, detalló el entendido.

Y describió los distintos modos de hacer Detectorismo. “Una de las facetas, es el uso de estos aparatos para la arqueología, el otro es por hobby, que se ve mucho en las playas, porque se pierden muchas alianzas y buscan eso. Otra, es que se está usando para el retiro de plomo del San Roque, que durante décadas producto de la pesca, está asentado en la costa”.

En ese punto dijo que este año se retiró “más de 150 kilos de plomo”, y eso es un beneficio para el medio ambiente porque es altamente contaminante.

“No sabemos cuál será el destino del plomo, estamos esperando un estudio de la Universidad que nos va a indicar cuál es la mejor opción. Se vende y sale 50 pesos el kilo aproximadamente, pero si vendemos vuelve al sistema y no serviría de nada”, aclaró.

Los aparatos discriminan los metales y se programa para detectarlos.

Zonas arqueológicas en el lago

Gran parte de la costa del lago es zona arqueológica, comentó Mario Mora, e hizo una salvedad en lo que se denomina Detectorismo. Dijo que quien no es profesional de la arqueología por ejemplo, “no puede hacer prospecciones en sitios declarados arqueológicos, porque es un ejercicio ilegal”. Y señaló que quien lo hace, es proclive a promover “la fuga del patrimonio cultural”.

Las piezas que se encuentran, “no las puede tener un particular, son públicas y deben ir a un museo”.

La ley de Detectorismo “no es clara”, subrayó. “Tuvimos problemas con colegas que los sacaron de determinados sectores diciéndoles que eran sitios arqueológicos, pero lo cierto es que no están marcados”.

Mora acotó que en este marco, hay ciertas cuestiones “que son contradictorias”. Se ven “camionetas estacionadas, autos de rally haciendo trompos en un sitio arqueológico, donde se destruyó vajillas, puntas de proyectiles, entre otros objetos”.

Citó un hecho histórico que se dio en 1829 en la zona del espejo de agua, donde se desarrolló la batalla de San Roque entre el general Bustos y José Paz.

“Allí hay mucho material; si un detectorista aficionado encuentra algo es posible que no lo declare y se lo lleve a su casa y de esa manera, se va perdiendo el patrimonio cultural”, expresó.

El especialista remarcó que existe “un contrabando muy grande” de patrimonio. Hay colecciones itinerantes “del lago San Roque que se vieron en Europa. Es esto lo que se debe evitar”.

Y subrayó que con la legislación,  se debe encontrar “el equilibrio, no prohibir la actividad”, pero si delimitar las zonas.

Tendencia

Mora aseguró que en el último año, el Detectorismo, tuvo una explosión “tremenda”, producto de que la gente tuvo más tiempo de ocio. Se pueden encontrar aparatos usados de buena gama desde 30 mil pesos para arriba.

“Nos interesa una legislación, hay un protocolo, pero muchos no lo respetan”, declaró. Y acotó que hay mucho que ni siquiera “tapan un pozo si encuentran algo que no tiene valor, lo dejan tirado”.

La idea del Detectorismo, es no solo llevarse lo de valor, “sino todo lo que encontramos, porque la intención es contribuir con el cuidado del medio ambiente”.

Elección de vida

Hace más de 20 años que Mario Mora se dedica al Detectorismo, a la búsqueda de objetos perdidos en a profundidad del lago y ríos. “Desde muy chico tuve curiosidad por esta actividad”, dijo.

Y contó una anécdota de cuando arrancó con el detectorismo. Fue en el río San Antonio, a la altura de Mayu Sumaj, cuando detectó un anillo de plata de un niño, con la inscripción de un nombre: “Justo” y una fecha.

A los pocos días, en un programa de radio de Carlos Paz, escuchó hablar a un hombre que se había criado en esa zona de Mayu Sumaj y el periodista lo despidió mencionando el nombre; Justo.

“Llame a la radio y pedí su número de teléfono, me comuniqué con él y le pregunte si había perdido algo en el río cuando era chico, y se quedó mudo. Me preguntó si lo conocía, y ahí le dije sobre su anillo, y me contó que lo habían retado en aquel entonces. Se lo llevé y se emocionó mucho el hombre”, terminó relatando sobre momentos gratos que le dio el Detectorismo.