Recientemente, expertos del Reino Unido identificaron posibles casos de Alzheimer en los que la enfermedad “parece haber sido adquirida médicamente y debido a la transmisión de la proteína beta amiloide”, según informaron en un comunicado. El hallazgo estuvo a cargo de científicos del University College of London (UCL) y del University College London Hospitals (UCLH).

Se trata, de acuerdo a lo consignado por los autores, de la “primera evidencia” de casos de esta clase. En el estudio, publicado en la revista Nature, describieron a un grupo de pacientes jóvenes y aparentemente ajenos a las mutaciones genéticas relacionadas con el Alzheimer que tenían un pasado en común: en su infancia, habían recibido hormona de crecimiento extraída de cerebros humanos fallecidos. Este tratamiento era utilizado décadas atrás para abordar problemas de baja estatura.

Lo sorprendente radica en la transmisión de la proteína beta-amiloide al cerebro de estas personas durante el procedimiento hormonal, según planteó el trabajo. Esta proteína, una de las características distintivas del Alzheimer, se propagó décadas después, formando placas que desencadenaron la enfermedad neurodegenerativa. Estos casos fueron catalogados como “iatrogénicos”, debido a su origen en procedimientos médicos.

Un tratamiento médico específico

John Collinge, autor principal de la investigación, precisó en el comunicado: “No hay sugerencia alguna de que la enfermedad de Alzheimer pueda transmitirse entre individuos durante las actividades de la vida diaria o las actividades médicas de rutina. Los pacientes que hemos descrito recibieron un tratamiento médico específico y descontinuado durante mucho tiempo que consistía en inyectarles material que ahora se sabe que estaba contaminado con proteínas relacionadas con la enfermedad”.

Y agregó: “El reconocimiento de la transmisión de la patología beta-amiloide en estas raras situaciones debería llevarnos a revisar las medidas para prevenir la transmisión accidental a través de otros procedimientos médicos o quirúrgicos, con el fin de evitar que este tipo de casos ocurran en el futuro”.

En el comunicado de la UCL, Collinge y sus colegas profundizan que todas las personas “descritas en el artículo habían sido tratadas cuando eran niños con un tipo de hormona de crecimiento humano extraída de las glándulas pituitarias de individuos fallecidos (hormona de crecimiento humano derivada de cadáveres o c-hGH). Se utilizó para tratar al menos a 1.848 personas en el Reino Unido entre 1959 y 1985 y para diversas causas de baja estatura. Fue retirado en 1985 después de que se reconociera que algunos lotes estaban contaminados con priones (proteínas infecciosas) que habían causado la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (NdeR: un trastorno cerebral poco frecuente que deriva en demencia, según Mayo Clinic) en algunas personas. Luego, la c-hGH fue reemplazada por una hormona de crecimiento sintética que no conllevaba el riesgo de transmisión”.

Luego, ampliaron: “Cinco de estas personas tenían síntomas de demencia y ya habían sido diagnosticadas con la enfermedad de Alzheimer o cumplirían los criterios de diagnóstico para esta afección; otra persona cumplió con los criterios de deterioro cognitivo leve. Estas personas tenían entre 38 y 55 años cuando comenzaron a presentar síntomas neurológicos”.

Asimismo, los especialistas explicaron que ” la edad inusualmente joven a la que estos pacientes desarrollaron los síntomas sugiere que no tenían el Alzheimer esporádico habitual que se asocia con la vejez. En los cinco pacientes en los que había muestras disponibles para pruebas genéticas, el equipo descartó la enfermedad de Alzheimer hereditaria. Como el tratamiento con c-hGH ya no se utiliza, no existe riesgo de nueva transmisión por esta vía. No se han reportado casos de Alzheimer adquirido por otros procedimientos médicos o quirúrgicos. No hay indicios de que la beta-amiloide pueda transmitirse en la vida cotidiana o durante la atención médica o social de rutina”.

Fuente: Infobae.