Las ciudades bolivianas de La Paz y Santa Cruz amanecieron este miércoles con marcadas diferencias de actividad, ya que mientras la ciudad más opositora a Evo Morales buscaba retornar a cierta normalidad, la capital administrativa del país se muestra todavía paralizada, aunque sin hechos violentos.

El jefe del Comité Cívico de Santa Cruz, Luis Camacho, y el vice del Comité de Potosí, Marco Pomari, retornaron de madrugada a Santa Cruz, donde fueron recibidos casi como héroes por una multitud que celebró la salida de Evo Morales del poder.
Camacho hizo entonces un discurso en el que llamó a la población a encolumnarse detrás de la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez y a “volver a la normalidad”, en coincidencia con el fin del paro cívico con el que rechazaban la permanencia de Morales en el Palacio Quemado.

La ciudad ya mostraba calles y avenidas liberadas y el transporte empezaba a funcionar, según informaban medios locales, que también daban cuenta de algunos focos de resistencia en zonas alejadas de las urbes.

Ese lento retorno al normal funcionamiento de las ciudades estaba lejos de ocurrir en La Paz, donde persistían los movimientos de un fuerte operativo de seguridad que parece destinado a atajar la nueva marcha que se anuncia desde El Alto, en respaldo al exiliado Morales y en rechazo al gobierno transitorio instalado ayer sin quorum legislativo.

De hecho, desde El Alto en bajada hacia La Paz todavía persisten barricadas, y apenas se ingresa a la capital son notorias las puertas y ventanas tapiadas de locales comerciales y viviendas.