Por Mónica Manrique. Hoy, 23 de mayo, se cumplen 31 años de la muerte de Héctor Roberto Chavero, la figura máxima del folclore argentino “El que vino de tierras lejanas a contar”. Murió en Nimes, Francia, a los 84 años dejando un legado de más de 1200 canciones, 325 registradas oficialmente y 65 en coautoría con su segunda esposa, la francesa Nennete Pepin Fitzpatrick, de reconocida trayectoria cómo música y compositora, quién se vio obligada a firmar con el seudónimo Pablo del Cerro, sólo por ser mujer.

Su refugio en el Cerro Colorado, en Agua Escondida, la casa que construyeron junto a Nennete, es apenas el punto geográfico del norte, distinto al norte verdadero que lo enraizó para siempre.

Agua Escondida. Se vive el silencio en el “Silencio”, lugar en que transitaba la pareja amorosa, mientras rebota despacito entre los cerros Colorado, Veladero e Inti Huasi, “No hay pago como mi pago ¡Viva el Cerro Colorado!”.

Los restos de Don Ata y El Chúcaro, el bailarín Santiago Ayala, descansan bajo el roble otoñado en el Cerro Colorado cuando la luz de la mañana envuelve la casa y si buscan a Nennete junto a él, no la encontrarán, porque sus cenizas fueron esparcidas en el mar, tal como ella lo decidió.

Este refugio, hoy museo, fue la morada de una historia de amor que perduró por casi cinco décadas y que construyó en unas hectáreas que le regalara el Indio Pachi a fines de los años 30, cuando sólo el Cerro y algunos pobladores habitaban este lugar de raíz comechingona y sanavirona. Prueba la existencia de los pueblos originarios, dueños ancestrales de esta tierra, las pictografías y el arte rupestre que alberga el Cerro Colorado. 

Uno de los temas que escribió junto a Nennete, Chacarera de las Piedras, nos adentra en la geografía dolorosa y árida del norte cordobés, lugar por que transitaba Atahualpa a caballo en soledad y el silencio del viento que reflejó en la mayoría de sus letras.

Cuando ensillo mi caballo
Me largo por las arenas
Y en la mitad del camino
Ya me he olvidao’ de las penas

Caminiaga, Santa Elena
El churqui, Rayo Cortado
No hay pago como mi pago
¡Viva el Cerro Colorado!

Caminiaga

A 16 kilómetros del Cerro, en un paisaje rodeado de palmeras, antiguo fortín de la frontera norte norte, esta pequeña comuna alcanza a los 400 habitantes. Ubicada en el Camino Real que comienza en 1600 como heredad del hijo de Jerónimo Luis de Cabrera, fundador de Córdoba y por más de 100 años la Estancia Caminiaga quedó en manos de sus descendientes. Sin fecha de fundación exacta como poblado, la iglesia Nuestra Señora de la Purificación fue construida en 1692.

Santa Elena

Ubicada en Departamento Río seco y con 210 habitantes, a 11 kilómetros del Cerro Colorado se fundó en 1858.Un lugar de paso, con algunas casonas antiguas que registran la entrada a las estancias, dedicadas a la ganadería y agricultura.

Churqui Cañada

A sólo 7 kilómetros del Cerro Colorado, esta comuna con apenas 120 habitantes permanentes, surge a principios del siglo XIX convirtiéndose en una población de gran importancia que fue despareciendo. Está marcada por la desolación y soledad, con intrincados caminos polvorientos que llevan a las entradas de estancias y casonas y un éxodo tan notorio, que su escuela primaria, está cerrada por falta de alumnos. En su capilla se venera una antiquísima imagen de Nuestra Señora del Pilar, patrona del pueblo.

 

Rayo Cortado

A 17 kilómetros por ruta es una comuna que creció en estos años, con 700 habitantes y pese a la falta de agua tiene centro comercial, dispensario al que acuden desde las localidades vecinas.

Estos antiguos parajes que hoy crecen en base a la ganadería y agricultura, que fueron inmortalizados por Atahualpa y Nennete se convirtieron en lugar de visita turística, con la carencia de los pueblos del norte cordobés, más allá de las piedras, caminos y silencio.

Chacarera de las piedras
Criollita como ninguna
No te metas en los montes
Si no ha salido la Luna

Caminiaga, Santa Elena
El Churqui, Rayo Cortado
No hay pago como mi pago
¡Viva el Cerro Colorado!

Fotos Natalia Traversaro