Hoy, 3 de noviembre, el mundo celebra el Día Internacional del Joyero y Relojero, una fecha destinada a honrar a los dedicados profesionales que, día a día, crean piezas únicas y preciosas que adornan nuestras vidas.

Carlos Paz Vivo! visitó a Ariel Tondo, un orfebre cuya carrera de 40 años en la industria de la joyería es una verdadera obra de arte en sí misma. Ariel nos ofrece un vistazo a su viaje personal y las personas que lo influenciaron en su camino.

Para Ariel Tondo, su viaje comenzó en 1983, cuando llegó a Buenos Aires, cerca de la calle Libertad, un lugar emblemático de la orfebrería. Su introducción al mundo de la joyería se produjo a través de un pequeño taller en el quinto piso de un edificio en la calle Libertad 249. Este taller era el dominio de Jorge Vuono, un orfebre de renombre que sería su maestro durante tres años.

“Fueron tres años intensos de aprendizaje. Tenía tan solo 17 años y estaba ansioso por aprender. Jorge me enseñó los secretos de la orfebrería, desde las técnicas más básicas hasta los detalles más intrincados. Aprendí no solo las habilidades técnicas, sino también sobre el comercio, la vida, y la dedicación que requiere este oficio”, compartió Ariel.

Pero la conexión con su padre, Claudio Tondo, fue un punto crucial en su trayectoria. “Mi padre, a quien todos conocían como Claudio, era un relojero cronometrista. Un día, Jorge Vuono conoció a mi padre y le contó sobre mi interés en la joyería. Fue entonces cuando me propuso que viajara a Buenos Aires para aprender de él. Mi padre, al ver la oportunidad, me alentó a aceptar”, reveló Ariel.

El aprendizaje bajo la tutela de su padre agregó un nuevo elemento a su habilidad y le brindó una comprensión profunda de la relojería.

“La influencia de mi padre fue crucial. Él me inspiró a adentrarme en esta profesión fascinante. Aprendí sobre la precisión y el arte de la relojería, una habilidad que complementaría mi formación como joyero. La combinación de ambas disciplinas me enriqueció en muchos aspectos”, subrayó Ariel.

En este Día Internacional del Joyero y Relojero, Ariel rinde homenaje a aquellos que lo guiaron en sus primeros pasos. “Hoy, mi corazón se llena de gratitud hacia mi padre, que me impulsó a seguir este camino apasionante. Pero mi respeto y agradecimiento más profundos van para Jorge Vuono, mi maestro, que compartió conmigo sus vastos conocimientos y experiencia. Le debo mucho de lo que soy como orfebre”, expresó con emoción.

En un mundo donde la mecanización y la automatización amenazan con desplazar a los maestros artesanos, Ariel hace un llamado a la unidad entre los colegas orfebres y relojeros.

“A medida que el mundo de la joyería y la relojería evoluciona con la mecanización, quiero rendir homenaje a todos mis colegas que, como yo, han luchado por preservar la artesanía en un mundo en constante cambio. La pasión por la creación de piezas únicas y la dedicación a un oficio centenario siguen siendo esenciales. Sigamos creando y manteniendo viva la llama de la artesanía”, concluyó Ariel Tondo.