Entre los meses de septiembre y diciembre, Bariloche experimenta una transformación que muchos visitantes desconocen. Los días se alargan hasta pasadas las 20 horas, la temperatura oscila entre los 7° y 20° C hacia finales de la temporada, y la naturaleza muestra un paisaje lleno de colores rojizos, amarillos, lilas y blancos que aparecen con solo caminar por la ciudad. Pero: ¿por qué esta estación merece atención especial? Porque la primavera ofrece una combinación única entre los últimos restos de nieve en las cumbres y el sol cada vez más cálido que invita a explorar al aire libre.
Una escapada a Bariloche en esta época tiene sus ventajas: tarifas más accesibles que en plena temporada alta, menor cantidad de turistas ocupando los senderos y miradores, y ese espíritu adolescente de la estación que sorprende con cambios climáticos repentinos pero encantadores. Quienes buscan aprovechar estas semanas de transición, conseguir pasajes a Bariloche se convierte en el primer paso hacia una experiencia diferente a la postal invernal que todos conocen.
Trekking y senderismo en la Patagonia
Los senderos de Bariloche adquieren otra dimensión cuando llega la primavera. Las caminatas que ofrece el Parque Nacional Nahuel Huapi poseen distintos niveles de dificultad, y es que esta temporada resulta ideal para quienes recién comienzan con el trekking. El Cerro Campanario, que cuenta con solo un kilómetro de recorrido, pero 240 metros de desnivel, permite disfrutar de vistas panorámicas sin exigencias extremas. Y para pensar en hacer una caminata más amigable, el sendero hacia Lago Escondido y Bahía los Troncos tiene 1,8 kilómetros de distancia y apenas 42 metros de diferencia de altura.
Para aquellos audaces que están en busca de desafíos mayores, el Cerro López y el acceso al Refugio Rey son grandes opciones que requieren un buen esfuerzo físico, que al final del día se ve recompensado en las postales visuales del lugar.
Aventura acuática y deportes extremos
A medida que el deshielo aumenta el caudal de los ríos, las propuestas de aventura se multiplican. El rafting en el río Manso alcanza condiciones óptimas hacia noviembre y diciembre, cuando el agua baja con fuerza desde las montañas. El stand up paddle en el Lago Nahuel Huapi permite esa sensación de caminar sobre el agua que tanto gusta a familias y principiantes, mientras que los más experimentados se lanzan con kayaks a travesías más extensas.
Para quienes dominan deportes de navegación, el kitesurf y windsurf encuentran en los lagos Nahuel Huapi y Moreno condiciones de viento ideales. Bariloche ostenta desde noviembre de 2012 el título de Capital Nacional del Turismo Aventura, distinción otorgada por el Congreso Nacional bajo la Ley 26802. Las opciones incluyen desde vuelos en parapente desde el Cerro Otto hasta canopy entre las copas de los árboles, pasando por cabalgatas en bosques que todavía huelen a tierra mojada y corteza fresca.
Pesca deportiva en aguas cristalinas
La sucesión de espejos de agua, ríos y arroyos convierte a Bariloche en destino privilegiado para pescadores deportivos durante primavera y verano. Las modalidades spinning, fly casting y trolling encuentran escenarios perfectos en lugares como el río Limay, donde las truchas y salmones responden activamente después del letargo invernal. La temporada de pesca coincide con el despertar de los insectos, lo que genera mayor actividad en la superficie del agua y mejores condiciones para los pescadores con mosca.
Bariloche a la Carta: el evento gastronómico de octubre
Desde hace más de una década, en Bariloche se desarrolla en octubre un evento gastronómico llamado Bariloche a la Carta. Durante una semana más de 85 establecimientos gastronómicos, 200 productores de toda Argentina y chefs reconocidos nacional e internacionalmente se reúnen en la ciudad. La Feria BALC se desarrolla en el Centro Cívico, y se pueden apreciar productos regionales, vinos, cervezas artesanales, chocolates, quesos de cabra y ahumados del Alto Valle de Río Negro.
Circuitos clásicos con otra luz
El Circuito Chico adquiere tonalidades diferentes cuando se recorre en primavera. La Península de Llao Llao muestra sus bosques renovados, el mirador del Cerro Campanario —considerado uno de los más hermosos del mundo— permite apreciar el contraste entre el verde que regresa y las cumbres todavía nevadas. La navegación hacia Isla Victoria y el Bosque de Arrayanes resulta más placentera sin las multitudes del verano, y los arrayanes lucen sus cortezas canela bajo una luz más suave.
El Cerro Tronador y el Ventisquero Negro ofrecen quizás su mejor postal en esta época: el proceso de deshielo permite comprender el ciclo natural de la región, cómo se forman los ríos y lagos a partir del agua que baja desde los glaciares. Los truenos que genera el hielo al desprenderse (de allí origen del nombre del cerro) resuenan con mayor frecuencia durante estos meses.