Como cada 31 de mayo, este viernes se celebra el Día Nacional del Guía de Turismo, una de las profesiones de las que más se vale Villa Carlos Paz por su condición turística.

Los guías son la carta de presentación de nuestra ciudad y los que se ocupan de que los visitantes conozcan y guarden en su corazón a “la Perla de Punilla”.

Es por eso que en su día, desde Carlos Paz Vivo! homenajeamos y saludamos a los guías, con la experiencia de Patricia Laffitte, una de las primeras guías mujeres que empezó como idónea, se profesionalizó y desde hace 34 años abraza esta profesión.

¿Guía por accidente?

Para los que creen que el destino de las personas está marcado, aquí tienen un caso. Porque Patricia, llegó de su Rosario natal, estudió profesorado de geografía y, al recibirse, comenzó a trabajar como profesora en la carrera de guía profesional que se dictaba en el Instituto.

Lo que no sabía es que “por accidente”, por llamarlo de alguna manera, cierto día descubrió lo que más tarde se convertiría en su profesión; la profesión que la acompaña desde 1985.

“Allí, dando clases en la escuela, conocí a un guía y un día le pedí que me lleve a una excursión, porque desde que me había venido a vivir a Carlos Paz no había salido de paseo. Y, desde ese momento, comencé a ir a los circuitos y un día me animé a preguntarle si me podía enseñar a guiar. Aprendí, me fascinó y dejé de dar clases de geografía para estudiar la carrera de guía”, relató.

Y siguió: “Me parecía interesante poder comunicarle a la gente todo lo lindo que teníamos en Córdoba”.

Una de las primeras mujeres

Patricia contó que fue una de las primeras guías mujer en empezar a trabajar.

Aunque señaló que “no fue difícil y fue una experiencia linda porque fui muy bien recibida por la gente que ya estaba trabajando”.

Sobre la profesión, sostuvo que “es mucha responsabilidad ser guía porque nos convertimos en la cara visible del destino turístico”. Y en cuanto a la diferencia actual con décadas atrás, opinó que “ahora está más jerarquizada la profesión porque tenemos un Instituto de formación”.

Anécdotas, cientas…

Patricia descartó que sea un trabajo rutinario, porque “cada grupo tiene una vivencia diferente; no los podés tratar a todos de la misma manera”.

Y se explayó: “Más allá de que muchas veces los recorridos son los mismos, uno tiene que adaptar la guiada al grupo que estás llevando. Aparecen inquietudes distintas, porque uno trabaja con gente de distintas edades, formación; personas que vienen de los lugares más diversos, muchos que ahorraron hasta el último centavo para venir a conocer y otros que concurren a la ciudad frecuentemente. Cada grupo es diferente y eso es lo más lindo, porque una aprende mucho también”.

Sin dudas, en estos 34 años que lleva de trabajo le tocó vivir muchas anécdotas.

“Lo más curioso es cuando trabajaba con chicos que vienen de lugares llanos. Los íbamos a buscar a Córdoba y cuando estábamos llegando a la ciudad se sorprendían y maravillaban al ver las sierras; o chicos que venían de Buenos Aires y se sorprendían al ver el sol y los paisajes, porque ellos viven entre medio de edificios”, recordó.