En su tradicional mensaje Urbi et Orbi, el Papa León XIV invitó a la humanidad a redescubrir el verdadero sentido de la Navidad como el nacimiento de la paz auténtica, una paz que no se limita a la ausencia de conflictos, sino que nace del amor misericordioso de Dios y exige compromiso personal, perdón y solidaridad con quienes sufren.
Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el Pontífice afirmó que el nacimiento de Jesucristo representa la victoria del amor sobre el pecado, el odio y la violencia. En sintonía con la liturgia de la Misa de medianoche, recordó las palabras que anuncian la buena noticia de la Navidad: “Alegrémonos todos en el Señor, porque nuestro Salvador nació en el mundo. Hoy, desde el cielo, descendió la paz sobre nosotros”.
Jesús, pobreza y cercanía con los excluidos
León XIV puso el acento en la humildad del nacimiento de Jesús, recordando que vino al mundo en un establo, envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Ese gesto, señaló, revela la decisión de Dios de hacerse cercano a los más pobres y descartados.
“El Hijo de Dios eligió la pobreza por amor a la humanidad”, expresó el Papa, y remarcó que en ese nacimiento Jesús se identifica con los marginados, los olvidados y quienes atraviesan el dolor, mostrando que la verdadera grandeza se encuentra en la solidaridad y el amor al prójimo.
La paz como camino de compromiso
Durante su mensaje, el Pontífice explicó que la paz cristiana no es pasiva ni superficial, sino que implica responsabilidad. Según señaló, Jesús es nuestra paz porque libera del pecado y enseña a reconocer los propios errores, pedir perdón y construir vínculos basados en la justicia y el respeto.
En ese sentido, recordó una de sus expresiones más contundentes: “Dios, que nos creó sin nosotros, no puede salvarnos sin nosotros”, subrayando que la paz requiere la participación activa de cada persona.
Un llamado a la paz en el mundo
El mensaje de Navidad también incluyó un fuerte llamado a la comunidad internacional. León XIV expresó su cercanía con los pueblos que sufren guerras, violencia y crisis humanitarias, y mencionó especialmente a Medio Oriente, Ucrania, América Latina, Myanmar, Sudán y Haití.
Pidió a los líderes políticos y a los organismos internacionales que trabajen por el diálogo, la reconciliación y la justicia, inspirados en la fragilidad y la humildad del Niño Jesús.
Solidaridad con quienes sufren
El Papa destacó que Cristo se identifica con los pobres, los migrantes, los refugiados, los jóvenes sin trabajo, las personas explotadas y los presos. “Abrir el corazón a ellos es abrirlo al mismo Jesús”, afirmó, y recordó que el nacimiento del Señor es, en esencia, el nacimiento de la paz.
Una Navidad de esperanza
Al cerrar su mensaje, León XIV remarcó que la Navidad no es un acontecimiento pasajero, sino un regalo permanente: Cristo que viene a salvar, sanar heridas y traer descanso al corazón humano. La celebración, sostuvo, debe traducirse en gestos concretos de fraternidad y justicia.
“La Navidad no se reduce a luces y regalos —concluyó—, es reconocer nuestra responsabilidad en la construcción de un mundo más justo y pacífico”. Cada acto de amor y solidaridad, afirmó, refleja la luz verdadera que Cristo trae al mundo y que ilumina el corazón de todos los hombres.
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