Con la llegada de los primeros fríos intensos, la situación de vulnerabilidad social en Villa Carlos Paz se vuelve cada vez más visible y urgente. Así lo relató el padre Pablo Nassif, de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen, en una entrevista en la que compartió datos concretos sobre las crecientes necesidades de la comunidad.
“En esta época se agudizan los pedidos: no alcanza con un sándwich cuando el frío cala los huesos”, expresó Nassif, quien trabaja junto a Cáritas y el refugio nocturno Cura Brochero para brindar comida caliente, ropa de abrigo y medicamentos a personas en situación de calle y a familias que, aunque tienen un techo, ya no pueden cubrir las necesidades básicas.
Durante los últimos días, la parroquia recibió a muchas personas que llegan no solo desde los barrios de Carlos Paz, sino también desde otras localidades. Algunas viajan en colectivo solo para buscar medicamentos que ya no pueden costear.
“Se acercan abuelos con frazadas viejas, madres que no pueden abrigar a sus hijos, hombres que perdieron su changa. Y también están los que duermen en la puerta de la parroquia, porque no hay otro reparo”, describió Nassif.
El religioso explicó que si bien hay un grupo de personas que habitualmente acuden por ayuda, cada invierno aparecen caras nuevas, muchas veces invisibilizadas, que no siempre forman parte de los circuitos de asistencia tradicionales.
El refugio nocturno y los límites de la contención
La parroquia trabaja articuladamente con el refugio nocturno, que ha ampliado sus días de funcionamiento e incluso prepara porciones adicionales para quienes no pueden pasar la noche allí. Sin embargo, hay casos complejos: personas con adicciones o conductas problemáticas que ya no son admitidas en el refugio por no respetar las normas básicas de convivencia.
“Algunos piden dormir dentro de la iglesia. Pero no podemos permitirlo: no tenemos estructura para garantizar seguridad ni higiene.”, explicó el sacerdote.
También recordó que la sede de Cáritas en la Parroquia del Carmen funciona todos los martes. Según Nassif, “no alcanza la ropa de abrigo, especialmente para hombres. Lo que llega, se entrega en el día”.
Además de vestimenta, se reciben donaciones de alimentos y medicamentos, y también transferencias de dinero que permiten sostener el trabajo tanto en la parroquia como en el refugio. “No damos plata en mano —aclara—, pero sí gestionamos pasajes, compramos platos de comida o ayudamos con lo que se necesita realmente”.
Tejer redes, no competir por quién ayuda más
El padre Nassif fue enfático en remarcar que la ayuda no debe estar fragmentada, sino unida en redes de contención: “No se trata de ver quién hace más, sino de que todos podamos colaborar desde donde estemos”.
Finalmente, invitó a quienes quieran sumar su aporte a acercarse directamente a la parroquia en cualquier momento del día. “Todo lo que llegue es bienvenido. Hoy más que nunca, necesitamos del compromiso de todos para aliviar un poco la vida de quienes más sufren”, concluyó.






