El 29 de junio se votará en Carlos Paz para elegir al Defensor del Pueblo, una institución que lejos de haberse insertado en la vida comunitaria y en la sociedad carlospacense, es desconocida para la mayor parte de la población y tiene escasísima injerencia en la cotidianeidad de los vecinos.
Otro punto a tener en cuenta es que Carlos Paz es la única ciudad en la que este cargo es elegido por el voto popular, algo que fue pensado como un argumento para favorecer la participación y es, justamente, lo que se critica cada vez que se celebran estos comicios, la apatía popular ante un estamento que está más cerca de la rosca política que de la comunidad que debería defender.
A 30 días de la elección que dirimirá quién será el Ombudsman de la ciudad, el clima electoral es prácticamente nulo y si bien la mayoría de los candidatos está recorriendo los medios de prensa para hacer conocer sus propuestas, en Carlos Paz la gente habla de otra cosa; esto es: interesa más la repercusión de la elección de legisladores porteños que lo que se va a votar en la ciudad.
En los comicios de 2023, sólo un poco más del 25 por ciento de los electores se presentaron a votar para elegir al Defensor. Sólo ese dato debería haber sido un llamado de atención para que la clase política se ponga a trabajar en alternativas para despertar a la comunidad en la importancia o no de este organismo.
Entre los políticos locales hay pocos que hablan de la necesidad de que esta entidad siga como está hasta ahora pero ninguno se anima demasiado a defenestrarla en público o de dar a conocer posturas alternativas.
En dos años, la Carta Orgánica cumplirá 20 años y quizás llegó la hora de hacer algún retoque, de que la participación bien entendida no sea para unos pocos.
El despertar a la participación debería comenzar ahora, en este frío invierno, y que los vecinos salgan a hacer valer su opinión en las urnas. Debería pasar, es un expresión de deseo en medio de una apatía que se hace sentir tanto como el frío que antecede al invierno que se viene.





