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Qué tendrá El Fantasio que siempre queremos volver

Está a pocas cuadras del centro y es -quizás- el balneario más conocido de Carlos Paz por los turistas que lo “inundan” verano a verano. Se llega caminando desde el Centro Viejo, en auto o en transporte público. También en bici o en moto.

El vado, uno de los más viejos de la ciudad, conforma un hidromasaje gigante que calma los nervios del visitante más estresado. En la recorrida que Carlos Paz Vivo hizo esta semana, el lugar no estaba repleto como en otros tiempos y en días de fin de semana.

“Viene menos gente porque sacaron los asadores”, refunfuña un heladero al que el calor parece haberle apagado el clásico grito. “Hilaaa-ó”, alcanza a vociferar cerca de una ronda de santafesinos que ya prepara los sandwichs de fiambre para la merienda. “Alcanzame uno, pibe”, le dice uno de los turistas al joven caminante de las playas carlospacenses.

Al contrario de otros días, en que La Mona y Ulises Bueno copan la parada, esta tarde, la de la recorrida, es Jijiji, de los Redondos, lo que está sonando desde el superparlante de un auto estacionado en la costanera. No hay pogo gigante y, quizás por el embrujo de la siesta serrana, voz del Indio suena hasta apacible y menos combativa, 30 por ciento menos ricotera, ya que estamos de porcentajes turísticos.

El movimiento comercial de la zona parece haber menguado, quizás también por la demolición de los asadores. “Los sacaron por las juntas que se formaban acá”, escudriña un naranjita que asegura que, a veces, “había lío”.

Mucho más

Pero El Fantasio no es solo el vado si bien la nueva nomenclatura lo sitúa allí. Entre los puentes Mansilla (un poco más sobre la curva del río) y el de la calle Los Gigantes, hay mucho espacio para buscar tranquilidad, arena o un buen pastito para extender una lona, tomar mates y acompañarlos con algún caserito o pastelitos.

“Siempre venimos acá”, dice Pancho (pide que lo citemos así), un turista de Santa Fe que disfruta del momento en que mete sus pies al agua. “Está cerca de donde nos hospedamos y entre semana es muy tranquilo. Los demás días recorremos otros lugares cercanos a Carlos Paz”, cuenta.

Los guardavidas están diseminados por toda la costa y siempre miran atentos lo que pasa en el río. Este es uno de los lugares donde más rescates se hacen porque la distribución de las piedras en el río es caprichosa o, más bien, natural. La primera advertencia a los bañistas es que no se confíen, investiguen primero el lugar y, sobretodo, pregunten a los guardavidas o lugareños sobre los peligros del río.

El que escribe esta nota asegura haber tomado una fotografía un 1 de enero de algunos años atrás. Aparecían un padre y dos hijos jugando en el agua y con el agua. A esa foto le faltó un título: La felicidad.

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