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Periodistas de Brasil cuentan a Carlos Paz Vivo! lo vivido en la guerra entre la Policía y el narco en Río

En una charla que mantuvo Carlos Paz Vivo! con dos periodistas del diario O Globo, los cronistas dieron detalles sobre el clima de hostilidad que se respira en Río de Janeiro tras la incursión de la Policía Estatal en las favelas que causó más de 120 muertos, según los cálculos preliminares. 

En Río de Janeiro se vivió una de las jornadas más violentas de los últimos años. La irrupción de la Policía del Estado en la zona de Manta, dominada por el Comando Vermelho, derivó en un enfrentamiento de dimensiones inéditas que dejó más de ciento veinte muertos. La operación tomó por sorpresa a todos: ni la población ni las propias fuerzas de seguridad esperaban un despliegue semejante.

“El operativo fue algo fuera de la curva”, describió J., periodista carioca que siguió la jornada desde la redacción de su medio. “Estamos acostumbrados a vivir operaciones policiales en Río, pero esto fue muy fuera de lo que imaginamos, fuera de lo que convivimos. Es un hecho histórico, y necesitamos distancia para poder analizarlo mejor.”

Carlos Paz Vivo! dialogó durante más de 30 minutos con los periodistas que prefieren el anonimato por cuestiones de seguridad.

Los primeros datos oficiales hablan de 121 muertos, aunque el número podría aumentar porque aún se busca a personas desaparecidas en la zona del enfrentamiento. Entre las víctimas confirmadas hay cuatro policías, y el gobierno estatal insiste en que “todos los muertos eran sospechosos por encontrarse en el área del conflicto”. Sin embargo, los periodistas advierten que esa versión no puede sostenerse sin pruebas. “No conocemos todavía los nombres. Las familias están ahora en el Instituto Médico Legal reconociendo los cuerpos”, explicó M..

“No sabemos quiénes eran esas personas. Puede haber narcotraficantes, pero también puede haber inocentes. Nuestro trabajo ahora es darles un rostro, que no sean solo un número.”

Una ciudad paralizada 

La ciudad entera quedó paralizada durante el operativo. Se registraron escenas de pánico en distintos barrios, cortes en el transporte público y escuelas cerradas. El uso de drones por parte de los narcotraficantes marcó un precedente inédito en los enfrentamientos urbanos. “Fue una tensión inédita, la ciudad toda parada”, recordaron los periodistas. “El narcotráfico utilizó drones para atacar a la policía, y eso muestra hasta qué punto se ha sofisticado su estructura.”

La magnitud del enfrentamiento abrió un fuerte debate político y social. La sociedad brasileña se muestra dividida: una parte respalda la acción policial como una respuesta necesaria ante el avance del crimen organizado, mientras otra la considera una demostración de fuerza desmedida que expone a la población civil. “Aquí está todo muy dividido”, dijo M.. “La discusión sobre si la operación pasó o no los límites está en la política, pero también en la sociedad. Hay que tener una cierta distancia para poder entender lo que realmente pasó.”

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva habló públicamente sobre el hecho y emitió un comunicado en el que afirmó que el narcotráfico “no puede seguir destruyendo familias ni vidas”. Su intervención buscó bajar la tensión tras las primeras reacciones cruzadas entre el gobierno federal y el del Estado de Río. Según los periodistas, después del primer impacto político, ambos niveles de gobierno llegaron a un principio de acuerdo: “El ministro de Justicia se reunió con las autoridades del Estado y acordaron crear un grupo conjunto para combatir el crimen organizado”, relató Joao. “Al principio no había sintonía, pero ahora hay un camino de trabajo conjunto entre la Unión y el Estado.”

Imágenes que impactan

Las imágenes de familiares buscando a sus seres queridos entre los cuerpos, los barrios completamente militarizados y el silencio que siguió al operativo dejaron una marca profunda. “Esta región es muy poblada, vive mucha gente trabajadora que sufre siempre que pasa algo así”, explicó M.. “Cada vez que hay una operación, las familias de las favelas son las que pagan el precio.”

Para los dos periodistas, lo ocurrido podría marcar un punto de inflexión, aunque no necesariamente un cambio definitivo. “Lo que pasó con los 120 muertos es histórico, pero no sé si va a ser distinto —reflexionó J.—. En Brasil ya tuvimos guerras muy sangrientas y muchas cosas se repitieron. Pero ahora la sociedad siente que debe discutir qué hacer, cómo enfrentar esta situación.”

Esa discusión, aseguran, ya comenzó a tomar forma en el Congreso. “La PEC de la Seguridad vuelve con más fuerza, lo mismo que el debate sobre la seguridad nacional”, explicó M.. “Todos los sectores políticos van a tener que sentarse y hacer algo. Eso sí puede cambiar.”

Entre la conmoción y la necesidad de respuestas, Río de Janeiro intenta recuperar su ritmo cotidiano. Pero la imagen de los 121 muertos, los drones sobrevolando las favelas y las familias que todavía buscan a sus desaparecidos quedará grabada como símbolo de una violencia que se resiste a ceder y de un país que, una vez más, se ve obligado a mirarse en su propio espejo.

Fotos CELS y Página 12.