El Supremo Tribunal Federal de Brasil condenó este jueves al expresidente Jair Bolsonaro a 27 años y 3 meses de prisión por haber intentado organizar un golpe de Estado tras perder las elecciones de 2022. La sentencia lo responsabiliza por atentar contra el Estado de derecho y por integrar una estructura criminal destinada a desconocer el resultado electoral que consagró a Luiz Inácio Lula da Silva.
El fallo se resolvió por mayoría de cuatro a uno. El único magistrado que votó por la absolución fue Luiz Fux, quien cuestionó la competencia de la Corte y sostuvo que no se habían probado algunos de los delitos imputados. La mayoría, en cambio, coincidió en que existió un plan deliberado para quebrar la institucionalidad democrática.
La condena alcanzó también a varios exfuncionarios de primera línea del gobierno de Bolsonaro, entre ellos el exministro de Defensa Paulo Sérgio Nogueira, el exjefe del Estado Mayor Walter Braga Netto, el exministro de Justicia Anderson Torres y el excomandante de la Marina Almir Garnier. Las penas, en todos los casos, superan la veintena de años.
El expresidente, de 70 años, se encontraba bajo arresto domiciliario desde agosto y ahora enfrenta un futuro político incierto. Aun con la sentencia en su contra, había manifestado su intención de competir en las elecciones de 2026, aunque la condena lo inhabilitaría de manera automática.
El proceso judicial generó fuertes reacciones internacionales. Donald Trump calificó la decisión como una “caza de brujas” y anunció medidas económicas contra Brasil, en un gesto que refuerza la alianza política que ambos líderes mantienen desde hace años.
La condena a Bolsonaro marca un punto de inflexión en la democracia brasileña: por primera vez un expresidente es sentenciado por intentar quebrar el orden institucional. El fallo envía un mensaje hacia adentro y hacia afuera del país sobre los límites de la disputa política en un contexto de alta polarización.