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Un estudio del CONICET revela que los incendios en las sierras pueden reducir hasta un 50% el caudal de los ríos

Un equipo de investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC), con sede en Ciudad Universitaria de Córdoba, presentó un trabajo que demuestra cómo los incendios en las Sierras Grandes afectan directamente la cantidad de agua que llega a los ríos y arroyos de la provincia.

El estudio, publicado en la revista científica Journal of Hydrology y replicado por el sitio oficial del CONICET Córdoba, indica que las cuencas quemadas pueden registrar hasta un 50% menos de caudal durante la estación seca del año siguiente al fuego.

Cuando el fuego seca los ríos

El trabajo fue realizado por un equipo encabezado por la investigadora Ana Cingolani, del IMBIV, junto al Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas (IIBYT). Analizaron 24 cuencas en la zona de Pampa de Achala, comparando sectores quemados y no quemados.

Los resultados fueron contundentes: los arroyos que atraviesan áreas afectadas por incendios redujeron entre un 31% y un 48% su caudal durante el invierno posterior. Esto se debe a que el fuego elimina la cobertura vegetal, deja el suelo hidrofóbico (repelente al agua) e impide que las lluvias se infiltren y recarguen las napas.

Además, el rebrote de la vegetación consume más agua de lo habitual, agravando la sequía durante los meses fríos.

Un impacto que baja hasta las canillas

Los ríos que nacen en las sierras cordobesas abastecen de agua a más de tres millones de personas. Según el estudio, si las cabeceras de cuenca se queman, el efecto se siente kilómetros abajo, con menor caudal y disponibilidad en los sistemas de provisión urbana.

Por eso, los investigadores remarcan que gestionar el fuego en las zonas altas es también una política de agua: prevenir incendios, restaurar áreas degradadas y mantener sectores con bosque nativo menos inflamable es clave para proteger las fuentes hídricas de toda la provincia.

Restaurar, prevenir, cuidar

Desde el IMBIV destacan que reducir el área quemada cada año es esencial para sostener el caudal y la calidad del agua.
“Cuando se quema la cabecera de un río —afirman los autores— se afecta un sistema que conecta las cumbres con los hogares de toda la provincia.”

El estudio, realizado desde el Edificio de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas del CONICET Córdoba (Av. Vélez Sarsfield 1611), aporta evidencia científica desde el corazón de las sierras y deja una advertencia clara: Cuidar las cuencas altas es cuidar el agua de todos.