En un nuevo aniversario de la muerte del Libertador, conversamos con el historiador Raúl E. Sánchez sobre la figura de José de San Martín, sus luces, sus sombras y la vigencia de su legado.
—Este feriado en el que se recuerda a San Martín suele ser visto como un día de descanso, pero también invita a reflexionar. ¿Qué es lo primero que te viene a la mente cuando pensás en su figura?
—San Martín es una figura central de la historia argentina. Tiene características que lo hacen muy interesante: nació en lo que hoy es nuestro territorio, se educó y formó militarmente en Europa, y llegó a Buenos Aires en tiempos en que se discutía la independencia. Se sumó a la lucha armada y llevó adelante el plan continental, para luego vivir un largo exilio. No murió prematuramente como otros próceres; tuvo una vida extensa que nos permite seguir estudiando sus distintas etapas.
—En su infancia vivió entre Argentina y España, y formó parte del ejército español. Incluso hay algunas versiones sobre su origen.
—Sí, a los cinco años viajó con su familia a Europa, donde fue educado y luego se formó como militar. Respecto a su origen, hay una polémica planteada por el historiador Hugo Chumbita que sostiene que podría haber sido hijo de Domingo de Alvear y de una mujer indígena, lo que lo haría mestizo y hermano de Carlos María de Alvear. Más allá de esa hipótesis, en España participó de batallas importantes y en 1812 decidió dejar el ejército español para unirse a la causa americana. Se cree que ya en Europa integraba una logia cuyo objetivo era sumarse a la lucha contra el Imperio español.
—La gran gesta sanmartiniana comienza con su paso por Mendoza y el cruce de los Andes. ¿Cómo se gestó esa estrategia?
—Siempre aprendimos que el plan continental fue una idea suya. Ante el fracaso del Ejército del Norte para llegar a Lima por el camino tradicional, San Martín ideó cruzar la Cordillera, liberar Chile, armar allí una flota y llegar a Lima por mar. Sin embargo, en los años 80, Rodolfo Terragno investigó en Londres y halló documentos sobre el “plan Maitland”, un diseño militar inglés muy similar. Aun si la idea original no fuera de San Martín, lo notable es que él la llevó a cabo desde cero, y eso engrandece su figura.
—En Chile su figura a veces queda detrás de O’Higgins, pero hay historiadores que remarcan que sin él la independencia habría tardado más. Y en Perú, su reconocimiento es mayor.
—San Martín y Bolívar son los que definen militarmente la derrota del poder español en Sudamérica. Otros como O’Higgins, Sucre y muchos oficiales hicieron su parte, pero ellos dos son las figuras excluyentes, tanto como estrategas como ideólogos.
—También se habla mucho de las diferencias entre San Martín y Bolívar.
—Tuvieron la famosa entrevista de Guayaquil, en la que San Martín le deja el mando a Bolívar. Se ha dicho que Bolívar no aceptaba compartir liderazgo. Es probable que, tras la derrota española, surgieran diferencias sobre cómo organizar el territorio. Pero en lo esencial, el objetivo de ambos era el mismo: expulsar al poder imperial de América.
—Después de sus campañas, decide volver a Europa, al exilio. ¿Por qué?
—Estaba sin apoyo y sin reconocimiento. El núcleo unitario, con su modelo centralista, no lo aceptaba. El exilio se presentó como un retiro para educar a su hija, pero Terragno sostiene que allí cumplió misiones políticas. Por ejemplo, en 1824 habría hecho gestiones para que Inglaterra reconociera la independencia del Perú. Otro autor, Antonio Pérez Amuchástegui, estudió su pasaporte y movimientos en Europa, mostrando que mantuvo vínculos diplomáticos y militares para favorecer la independencia americana.
—En nuestra historia reciente, algunos sectores se apropiaron de figuras históricas para legitimar sus posiciones. ¿Qué pasa con San Martín?
—La tradición militarista lo tuvo como gran héroe, pero más allá de esas apropiaciones hay que recordarlo como un protagonista clave de la etapa fundacional del país. Puso su vida al servicio de un ideal y se inclinó por lo que en su época era lo más avanzado: el liberalismo frente al absolutismo monárquico. San Martín siempre peleó por esos principios y fue coherente con ellos. Ese es el espejo en el que podemos mirarnos hoy.