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La María Virginia

PhoTortul 1940
“La María Virginia”
Calle Las Violetas
Va. Independencia – V. C. Paz
Primavera 2020
Especiales de Hiemacar
Arquitectura Episodio #11


Episodio once del Rescate Patrimonial, que realizamos con simples fotos tomadas desde la calle o vereda, de las Casonas de Villa Independencia, y que hacemos gracias al aporte de la empresa Hiemacar (Hierro-Madera-Carpinteria) que esta semana de octubre festejó sus 72 años de vida comercial, algo único en el ramo para Carlos Paz.

Decido dejar de lado El Hotel y El Cortijo, construcciones que están en calle Las Verbenas, para más adelante, y empiezo a trepar por una perpendicular, también florida y perfumada: Las Violetas.

Al hacerlo veo a la izquierda algo de singular belleza que me atrapa al instante, una joya que de mantiene intacta, imponerte, soberbia, en una loma del terreno natural, al que el arquitecto se adaptó con su diseño.
Leo que tiene tatuado un nombre: La María Virginia.

Me paro en el empedrado, levanto la Canon y empiezo a gatillar:
Click… click
La onomatopeya de los disparos de mi vieja cámara se confunde con otros ruidos.
Pájaros por doquier que cantan sin vergüenza de cantar, como debe ser… y pasos. Pasos presurosos.
Plop… plop… plop…

¿Quién puede estar apurado en Villa Independencia, donde todo parece tan tranquilo ?!?
Giro y lo veo venir, todo transpirado, al #IronMan Carlospazonzo, el Brunito Colaizo, que me saluda tan fugaz, como su trote:
“Hola Cabezón… siempre con la camarita Vos…”
Y se pierde en la trepada, tras la loma.
Pienso esa frase antigua (y hoy polémica) que dice que ‘Detrás de todo Gran Hombre hay…’

Y si. Detrás de Bruno, viene, pero caminando, con casco y botas de obra, su #MediaNaranja, la Berenice Molina, Hija del legendario Agrimensor y Profe del IES (s), el Ti Molina, que se frena a mi lado, resopla, y me dice:
“Luisito, no lo puedo seguir a tu amigo. Me quedo acá con Vos, mirando esta belleza de casa”.

Sorprendido, la miro a La Bere Molina, vuelvo a mirar a La María Virginia… y sin que se lo pida, me la empieza a describir.
“Esta morada, es de líneas simples y materiales nobles. La María Virginia parece no acusar el paso del tiempo. El entorno colabora y mucho. Ocres, verdes y amarillos, piedra, hierro y madera se funden en un todo.
Un conjunto de escaleras  salvan las diferencias de niveles en el terreno, que nos guían hacia la puerta principal, de hierro, con vidrios repartidos y coloreados, sobre la cual se posa un pequeño escudo. Estos ornamentos solían utilizarse para identificar el linaje de la familia”.

Nos acercamos un poco más a la construcción, Yo sigo foteando… y ella hablando…
“Molduras que enmarcan aberturas, techos de chapa con sus típicas cenefas de clásico estilo inglés y una tejas coloniales que denotan alguna intervención posterior a su construcción.
Una balaustrada de original diseño sirve para delimitar una amplia terraza que invita a sentarse y disfrutar del hermoso paisaje serrano que aún conserva la Villa”.

Para ese momento, Bruno ya está volviendo a toda máquina, bajando por Las Violetas y lanza en stereo:
“Chau, Cabeza… ¿Vamos Bere?!?”
La Arquitecta se saca el casco, me lo pasa y me ruega:
“¿Me lo llevas? ¡No sé puede correr con esto!!!”
Y ambos doblan la esquina de Las Violetas y Las Verbenas que ya empieza a verdear, con los primeros brotes, que se ven más verde flúo que nunca contrastados con los incendios del mes pasado.

Esta ‘Villa de los Doctores’, comenzó, con estas moradas primero, como ya fuimos viendo y con el primer hotel después, a ser el sitio de descanso de personas de alto nivel adquisitivo de Córdoba y de Buenos Aires, compitiendo con el Pueblo de Carlos Paz, mano a mano en esos años.

De la hotelería me ocuparé más adelante, porque La María Virginia me tiene como hipnotizado, tanto es así que no me había dado cuenta que una moto Honda Rebel, 250cc… impecable, estaba ronroneando a mi lado.

Las motos no suelen estar solas, y al tipo guapo que está arriba, lo veo con aires aventureros, como al joven Ernesto sobre La Poderosa… solo que este, al sacarse el casco, le noto la cabellera más blanca que al Che.

Me sorprendo viendo que es el querido Pichy Paccot, al que ni alcanzo a saludar quenme arrebata:
“Que haces, Luisito. ¿seguís recorriendo Las Casonas con Hiemacar?
Subite a ‘La Mantis’ y agárrate, que tras la trepada te muestro otra casona que estoy retocando… y que te va a encantar”.

Y bueno.
Me pongo el casco de La Bere, que me entra algo ajustado…
Y allá vamos.
Son muchas las historias que nos quedan por descubrir, y otras por imaginar, en este Mini Macondo que es la Villa Independencia que, como decía el famoso tisiólogo Gumersindo Sayago:
‘Este es mi lugar, el que me da independencia, aquí me puedo aislar de todo’.
Pasaron muchos años desde esos tiempos de Sayago, pero es cierto, el tiempo parece ir más lento aquí… pero La Mantis del Pichi no tanto.

Salimos de Las Violetas y doblamos por Los Amarantos…  y allí veo la otra casona, que se llama María Magdalena y es parecida a la María Virginia de hoy.

¿Serán gemelas?!?
No lo sé…pero queda para la semana siguiente.
#LaMariaVirginia
#HiemacarToma11
#PatrimonioArquitectonico