Valeria Giacetti (36) es contadora, Agostina Ana (31) es escribana; Cristian Cabrera (48), productorr de seguros y Julián Basaldúa (50) es abogado al igual que Ana Poracik (55). Además de todo eso, son actores.
El grupo no tenía nada en común hasta que los unió sus ganas de aprender a hacer teatro. Cada uno llegó con su ilusión al taller de Aída Roisman, en la capital cordobesa, y como cierre de actividades, la docente instauró hace algunos años el estreno de alguna obra de texto.
Lo que sucedió después fue un éxito y con el compromiso y la fe que puso al proyecto el productor Miguel Pardo, el espectáculo tiene su lugar en el teatro Holiday 2.
La obra se llama Hasta el velorio que viene, y está codirigida por la propia Roisman y Marcelo Collosa.
Se presenta todos los martes de enero y febrero desde las 21 horas.
Una búsqueda consciente
Son dos los elencos que se presentan en los distintos martes del verano en la sala de Carlos Paz, ambos bajo la misma dirección y con el mismo texto.
La búsqueda de cada participante del taller llega desde distintos lugares pero casi siempre es la misma: encontrar algo que los apasione y los ponga en otro plano, distinto al de sus actividades cotidianas.
“Es bastante común denominador en la mayoría de los que hacen teatro independiente que sea una salida a la rutina, al ritmo del trabajo intenso de oficina. A la vida hay que meterle hobby”, expresó Cristian en diálogo con Carlos Paz Vivo.
“Las habilidades que uno adquiere al proponerse situaciones donde uno se siente incómodo después te sirven para la vida”, agregó Valeria.
“Creo que en la esencia del ser humano está encontrar una manera de expresarse”, aseguró Agostina y dijo: “Es como un escape que todos los miércoles, que tenemos el taller, salimos y vamos jugar. Dejamos todos los problemas afuera”.
El caso de Ana también es de búsqueda de algo para hacer entre su trabajo como abogada, sus tiempos como escritora y su espacio de madre de hijos que ya no viven en la casa. “Quedé sola y me vino la pregunta ¿qué hago? Y pensé que tenía que hacer algo que me gustara verdaderametne”, relató y agregó: “Las clases de teatro me llevaron a vincularme con gente más joven y eso te motiva, te dan más ganas”.
Por su parte, Julián aseveró que el teatro también es un respiro para la gente entre tanta parafernalia tecnológica.
“Es un respiro también para la gente y la verdad es que el teatro me fascina y también me fascina el grupo con el que lo hago”, expresó.