Es muy difícil hablar de “salud pública” sin pensar, en paralelo, en la “salud privada”. Ambas distinciones corresponden a sistemas de salud, persiguen la misma finalidad: “promover, restaurar o mantener la salud” (OMS, 2000) y su principal diferencia corresponde a la modalidad de financiación porque, no nos equivoquemos; no existe la “salud gratis o libre de costo”. Directa o indirectamente recae sobre los usuarios de los sistemas mediante pagos mensuales, impuestos varios, etc.

Ambas modalidades tienen un punto de confluencia: el contralor u organismo de control de la calidad de la prestación, el Estado. Es el que da las pautas de qué modelo de salud basado en estadísticas valederas y bien interpretadas se adapta mejor a una sociedad que requiere y exige un servicio de calidad.

Basado en este punto, en el ámbito local, nuestro municipio es el responsable no sólo de controlar el sistema público sino también el privado y crear las condiciones necesarias para el desarrollo de las actividades en beneficio de la persona, niño – adulto – anciano sin distinción de género, porque no hay palabra mas inclusiva que “persona” -individuo de la Raza Humana-.

En esta esta línea de pensamiento nos encontramos con la palabra “humanidad” que entre todas sus definiciones (RAE) podemos destacar “Naturaleza humana”, “Fragilidad o flaqueza propia del ser humano”, “Sensibilidad, compasión de las desgracias de otras personas” y muchas más.

sa pregunta a debate en la macrogestión debería ser: ¿Se puede planificar, ejercer, dirigir, implementar un sistema de salud sin atisbos de humanidad?, ¿se pueden dejar de lado las pautas culturales de la región?, ¿se puede no tener en cuenta el contexto sociocultural?, ¿se puede trabajar sin proponer pautas educativas?, ¿se puede atender enfermedad sin pretender salud? Si se tiene en cuenta que el objetivo final de un sistema de salud es el de alcanzar niveles óptimos de salud y las menores diferencias posibles entre el Estado de salud de los individuos o los grupos poblacionales, estas preguntas necesitan una amplia respuesta.

Y me pregunto: ¿Tenemos un estado “humano” o nos gobierna la despersonalización total de nuestras acciones para la que sólo nos transformamos mágicamente en “personas” en la soledad de un cuarto oscuro?

El debate es demasiado amplio y excede una opinión. La construcción de una sociedad mas justa es de todas las personas, para todas las personas y la elegimos todas las personas.

 

Germán Flessia es odontólogo, doctor en Odontología y profesor de la Universidad Nacional de Córdoba.