Esta es una de esas notas que uno quisiera no tener que escribir y realmente causa dolor el hacerlo porque, entre otras cosas, generan mucha pena y -la mayoría de las veces- malestares y antipatías entre conocidos; encontronazos y diferencias entre personas que transitamos desde hace años las mismas calles; vecinos entre los cuales unos recuerdan y otros prefieran olvidar cosas del pasado del lugar donde nacieron o eligieron vivir.

Y duele, sobre todo, cuando algunas de esas personas, ocasionalmente convertidas en funcionarios con algún poder, y olvidados de sus obligaciones (ver abajo el art. 43 de la Carta Orgánica) actúan como si la historia del lugar comenzara con ellos y con su servicio a la comunidad; ignorando que antes hubo otros vecinos -de diversas condiciones e ideologías- que pusieron las bases sin las cuales lo que hoy somos como comunidad no existiría.

Es en honor a esa gente que siento la obligación de publicar esta nota.

A pesar de lamentables experiencias pasadas sin retorno, y a pesar de múltiples advertencias al respecto, los responsables en la ciudad de proteger su Patrimonio Histórico, dejaron que se pierda, sin mover un dedo, el lugar material en donde nació -vaya paradoja- el Registro Civil y la mismísima Municipalidad local en el año 1952 (para ubicarnos: la planta alta del edificio de dos plantas de Alvear y General Paz que terminó de demolerse el viernes 14 de este mes ): tarea realizada por sus propietarios con absoluta libertad y en uso de sus derechos, sin que mediara algún tipo de medida que protegiera el valor histórico del lugar; un valor que pertenece a todo el vecindario: presente y futuro.

El hecho es que quedaron huérfanos de su morada histórica nombres fundamentales del pueblo. Quedaron sin su cobijo más apropiado y natural las sombras bienhechoras tanto de Jorge Descote -nuestro primer Delegado-Intendente- como de Carlos Mancebo, Manuel Fernández Vásquez, Alfredo Bonzano (y después Alfredo Domenella, Juan García, Máximo Sargiotto, el Ti Molina, Ricardo Bina, la Cuqui Damasco, entre otros…)

Hace ya tres años, con ocasión de la demolición del chalet “Villa Chichita” (ejemplar de los años treinta único en su género, lindero al edificio ahora desaparecido, sobre el cual la Municipalidad no hizo valer ni aunque sea una prioridad de compra) denunciábamos, con gran eco de una prensa que curiosamente -salvo alguna excepción- esta vez permaneció en silencio, diciendo: “ Al lado, sobre avenida General Paz, en la planta alta, nació en 1952 la Municipalidad: ¿será capaz esta administración de hacer algo para que no suceda lo mismo? ¿Y con otros bienes parecidos? ¿Qué hicieron, qué hacen, por el Patrimonio los encargados del área del Ejecutivo y los Representantes del pueblo? ¿Cuántos nuevos Patrimonios se declararon en los últimos años? ¿Quién mantiene los pocos que quedan señalizados? ¿El Defensor del Pueblo no hace nada? ¿Habrá que pedir amparo en la justicia ordinaria, Carta Orgánica en mano? Nadie tiene el derecho de robarle el poco de historia que nos queda en algunos bienes urbanos, a nuestros hijos y nietos: para que sepan de donde salió, cómo se hizo, esta Villa Carlos Paz que decimos amar”. Silencio e inacción absolutos ante la muerte preanunciada.

Sería bueno saber qué piensan ahora -y sobre todo qué dicen- los ex convencionales que hicieron esta Carta Orgánica que obliga expresamente al Municipio a defender el patrimonio histórico y cultural de la ciudad; y también, por supuesto, los ex consejeros; los ex intendentes; los profesores de historia; los historiadores; los escritores; los dirigentes políticos; los periodistas; los arquitectos…; en fin: todos aquellos que están involucrados en el tema y que declaran interesarse por nuestra identidad y calidad de vida.

Muchos dirán que ya nadie que pasara por la vereda sabía qué había de importancia para nuestra historia en los altos de General Paz 204 (en donde hace más de diez años se puso una placa señalizando el lugar, y que en poco tiempo desapareció) Y es cierto: los nativos de Carlos Paz con edad para recordarlo cada vez somos menos. Y los turistas o nuevos vecinos son cada vez más, y no hay quien haga algo por contarles eso y tantas otras cosas de importancia histórica. ¿Y de quien creen que es la obligación de hacerlo, sino del Estado Municipal? Y no solamente hacerlo con vecinos y turistas, sino con los alumnos de los diferentes niveles: conque dispusieran de una cuarta parte de lo que se invierte en los paseos histórico-religiosos, deporte o salud ambiental, se podrían cubrir las necesidades básicas respecto de la protección, señalización y divulgación de nuestro Patrimonio Histórico.

Sería bueno saber qué piensan sobre el tema los protagonistas de la política que ya están saliendo a buscar el voto de la gente para el año que viene; y los actuales miembros del Concejo: los de la oposición y los oficialistas, que además de obedecer a la hora de levantar la mano en bloque, seguramente también piensan y sienten las cosas del pueblo por sí mismos.

Y por último: sería bueno que, en definitiva, el Estado Municipal hable, responda de una vez, dando a conocer concretamente su posición al respecto.

Me parece que es lo menos que nos merecemos.

PATRIMONIO CULTURAL. Artículo 43: Las riquezas antropológicas, históricas, documentales, bibliográficas y edilicias, los valores artísticos y científicos, así como el paisaje y entorno natural, cualesquiera fueran sus titulares, forman parte del patrimonio cultural de la comunidad. Están bajo tutela del Municipio, conforme a las normas respectivas, dispone las acciones que sean necesarias para su defensa. Se prohíbe su concesión, traslado, privatización o enajenación, cuando estos alteren los fines que le dieran origen. El Municipio organiza un registro de su patrimonio cultural a la vez que asegura su custodia y atiende a su preservación. Puede establecer relaciones con otros municipios para la protección de la cultura regional. (Carta Orgánica Municipal)