En 1988, lo que pudo haber sido el “17 de octubre” del folklore cordobés se transformó un desborde cuyas imágenes recorrieron el país a través de las fotos blanco y negro de los diarios y las imágenes de la TV. La Mona Jímenez había llevado por primera vez el cuarteto a la principal plaza de la música argentina.

En 2012, finalmente, se dio ese encuentro entre el público y su referente en la música que basa su estructura en el tunga tunga de los teclados y el bajo, y en el eléctrico baile de Carlos Jiménez.

Este jueves, la Mona volvió a la Próspero Molina y fue recibido por una multitud que, como siempre, vivió su espectáculo como una experiencia religiosa, con símbolos propios, lenguaje de señas que identifica lugares de origen y pertenencia. La Mona volvió, hizo lo suyo que es cantar y bailar y Cosquín se volvió cuarteto.