“El sábado cerca de la 1 de la madrugada llegué a mi casa y escuché música en la casa de atrás. Por un minuto pensé: ‘Están de fiesta mis vecinos”. Pero la música estaba demasiado fuerte, no parecía una fiesta familiar. Salí al patio y pude ver que había un móvil policial y otro de Seguridad del municipio. Y una cantidad impresionante de chicos en la casa. A los pocos minutos se dio una estampida y no quedó nadie”.

El testimonio es de un vecino de Playas de Oro que vio cómo se desarticulaba una fiesta clandestina que luego derivó en incidentes en el balneario del barrio. El vecino contó que esa mañana, cuando salió a hacer algunas compras, las calles de los alrededores estaban repletas de botellas rotas, con signos claros de que algo se había salido de control.

La historia que sigue es conocida. Algunos de los asistentes de la fallida fiesta decidieron seguirla en el balneario y no pasó mucho tiempo para que provocaran destrozos en el lugar. El municipio denunció entre semana que el descontrol provocó la rotura de farolas y de infraestructura del balneario más popular de la ciudad.

Lo clandestino

Las fiestas clandestinas no son nuevas en la ciudad pero sí han adquirido verdadera popularidad en los últimos meses. Muchos padres advirtieron la existencia de estos eventos que se hacen en casas que son cedidas por familiares o que se alquilan especialmente para la ocasión.

“Mi hija me dijo que la llevara a un cumpleaños. Cuando llegamos al lugar, me di cuenta de que era algo más. Quizás el motivo era un cumple, pero había chicos por todos lados en la calle en que se hacía la fiesta”, contó a este medio el papá de una adolescente, asombrado por la modalidad en boga.

La convocatoria se hace por las redes sociales, sobretodo a través de Instagram. Los organizadores cobran una entrada de bajo costo y en algunos casos arman una barra de bebidas. El alcohol circula sin control y a esta tendencia hay que agregarle otra: el delivery de bebidas que se ofrece también a través de varios perfiles de Instagram. Los chicos piden lo que quieren tomar y a la hora señalada llega un automóvil al lugar indicado con el pedido exprés.

“Mi sobrina cumplía años y organizó una pequeña fiesta para sus compañeros de escuela y algunos amigos en la que no había bebidas alcohólicas. Algunos chicos se quedaron afuera de la casa y pude ver que llegaba un auto y el conductor conversaba con los pibes. Luego abrió el baúl y sacó las bebidas que le habían pedido”, aseguró Jorge, otro padre preocupado por las nuevas modas de los adolescentes. “Hay veda que impide que los negocios vendan alcohol después de las 23, pero esta modalidad la pasa por encima y se venden bebidas a toda hora y en puestos que no son fijos”, dice Jorge.

Pantallas globos que fueron arrojadas al río tras una fiesta clandestina, el fin de semana pasado.

El control 

El intendente Esteban Avilés mencionó esta moda hace algunos días cuando se inauguró el Centro de Monitoreo con 40 cámaras de seguridad en distintos puntos estratégicos del a ciudad. La preocupación del municipio es creciente en este tipo de eventos en los que, además de no haber ningún tipo de control de las normativas vigentes que señalan que no se puede vender alcohol a menores, entre otras cosas, se producen ruidos molestos y la posibilidad de que todo termine como el fin de semana pasado en Playas de Oro. O peor.

Rubén García, director de Seguridad VCP, aseguró a Carlos Paz Vivo! que cuando se enteran de que está organizando una fiesta clandestina comienza un trabajo para desarticularla antes de que se realice. “En forma encubierta como interesado para asistir a la fiesta te ofrecen entradas, que se cobran”, asegura el funcionario y apuntó que en el evento que se suspendió en Playas de Oro hubo alrededor de 300 chicos.

La otra forma de suspensión que tiene le municipio es a partir de la denuncia de algún vecino por ruidos molestos. “Al margen de la multa que se le pueden hacer, el hecho es suspenderla”, indica García.

“Es una modalidad que está en todas partes y se meten en todos lados. En Carlos Paz estamos trabajando para que no se hagan o las suspendemos. Hemos hecho desistir de varias fiestas porque hay propietarios que no conocen el alcance y después le caen con 300 chicos. Además, no saben que se les labra un acta y que les va a llegar una multa importante”, apunta el funcionario municipal.

Previas que se transforman

Para los chicos, las fiestas clandestinas son una continuidad de lo que significaban las previas hace algún tiempo. La agenda tiene varias por semana de distinta envergadura y cantidad de asistentes. El otro problema, quizás uno de los más graves, es el después: los chicos que llegan en automóviles o motos y salen de los eventos tras haber consumido alcohol.