El constante aumento del precio de los alimentos no es una novedad y cada vez atenta más contra el bolsillo de la gente. Pero no sólo los consumidores se ven afectados, sino también quienes sufren los incrementos son los pequeños comercios, almacenes y kioscos, que ya no saben qué hacer para sostener los negocios.

Ante la caída de las ventas, padecen el triste dilema entre cerrar definitivamente o seguir haciéndole frente a los aumentos de productos e impuestos.

“No queda otra que remarla”

Paola es propietaria de la despensa Plaf, ubicada en calle Lima de barrio La Quinta, y contó su situación: “Se nota muchísimo el aumento de los productos y no queda otra que remarla. Lo peor es que los impuestos no nos ayudan para nada porque cada vez están más caros”.

Y detalló: “Se busca la forma para tratar de disminuir el consumo pero más que desenchufar las heladeras con gaseosas no se puede. De todas maneras, cada vez hago menos uso de heladeras, porque dejé de vender helados, y sin embargo cada vez las facturas de luz vienen con mayor importe; son más de 10 mil pesos por mes”.

De hecho, la comerciante manifestó que llegó a llamar a un electricista para que controle las instalaciones, porque hasta creyó que había algún desperfecto.

Paola sostuvo que los incrementos han impactado en todos los productos, principalmente en los fiambres, lácteos, snacks, yerba, azúcar, huevos y muchos alimentos de primera necesidad.

Chau fiado

Aunque la garantía del método de financiación no era más que la palabra, hasta hace poco tiempo el fiado era uno de los sistemas que manejaban las despensas con los clientes frecuentes. Pero es un mecanismo que se va extinguiendo, debido a que a los comerciantes se les torna dificultoso continuar financiando a sus clientes y paralelamente abonar los abultados montos que cuesta cada reposición de mercadería.

“El mes pasado tuve que cortar con los fiados y me han quedado muchas deudas. Pero prefiero dejar de fiar, a dar la mercadería y no cobrar más. Acá trabajamos con los obreros; entonces si llueve no trabajan y por ende no me pueden pagar; y si no me pagan yo tampoco puedo comprar mercadería; es una cadena”, expresó Paola.

La mujer se mostró preocupada por la situación, y lanzó: “Es un problema grande que tenemos; de hecho mi esposo, que trabaja de otra cosa, me tiene que ayudar a pagar la luz. Muchas veces planteé cerrar porque ya no sabemos cómo hacer para sostener esto”.

Despensa Plaf.

Las golosinas, cada vez más caras

Quedó como una anécdota cuando, no hace tantos años atrás, por tan sólo 1 peso cualquier niño se llenaba las manos con caramelos. Pero el recuerdo no es tan agradable si se compara con la actualidad, ya que por el mismo valor apenas podés comprar 1 masticable, y en algunos casos no alcanza.

La misma comparación se puede hacer con el resto de los productos; y así lo hizo notar Olec, propietario del kiosco Wanted ubicado sobre avenida San Martin, en el centro de la ciudad. “Impactan mucho los aumentos porque todas las semanas suben al menos 5 o 6 productos. Aumenta todo, por ejemplo la yerba y el azúcar es una de las cosas que más subió; aproximadamente un 20 a un 25 por ciento mensual”, contó.

Olec indicó que hace mucho esfuerzo para absorber parte del incremento y no trasladárselo de manera total al cliente; porque en el último tiempo las ventas disminuyeron notablemente.

“La gente no compra nada y encima los servicios están cada vez más caros. Tengo 10 heladeras y se vuelve imposible pagar el servicio de energía; de hecho en las temporadas se trabaja prácticamente para pagar la luz”, señaló.

En consecuencia, sostuvo que está analizando la posibilidad de instalar generadores de energía solar, porque las facturas oscilan los 15 mil pesos mensuales. Y a eso se le suma el alto importe que debe pagar por el alquiler del local céntrico.

“Este año es malísimo, y la temporada tampoco ayudó porque se vendió mucho en enero; pero después no. La cosa está muy difícil y cada cuesta más”, concluyó.

Kiosco Wanted.