“Este tipo es un ejemplo de vida” dice un turista con tonada norteña, quizás de Catamarca, La Rioja, Salta o Jujuy, o quizás del norte de cordobés, vaya uno a saber. La cuestión es que el sujeto exclamó eso al ver como dos guardavidas retiraban del río del Diquecito a Santiago Gutiérrez, hombre que a principios de febrero cruzó el Canal de Beagle, paso marítimo que une la costa chilena con la argentina, haciendo una proeza y convirtiéndose en la primera persona con discapacidad en cruzarlo. El hombre “norteño” quizás no lo sabía y cuando vio esa escena automáticamente giró su cabeza hacia donde estaba su familia y le explicaba a sus dos hijos, con sus ojos saltones y su dedo índice, que observaran detenidamente los movimientos del nadador que entrena en el Diquecito – y que a veces lo hace en el Fantasio – durante todo el año. Lugares que son como el patio de su casa para el protagonista de esta entrevista.

Santiago nació en Carlos Paz e hizo toda su vida en esta ciudad. Hace unos años, cinco, sufrió un accidente automovilístico donde quedó parapléjico, sin embargo esto no fue un obstáculo – nunca lo fue – y de a poco el nado fue su refugio – en realidad siempre lo fue – para dejar un mensaje esperanzador a pesar de algunos reveses que da la vida. Hace dos meses, más precisamente el 5 febrero, Santiago dio otra demostración de superación y su cruce a nado por el Beagle fue una noticia que repercutió en todo el país, incluso en algunos países del mundo.

“Es tan fuerte, tan maravilloso y el disfrute es tan grande que cuando lo miro en el lugar de entrenamiento del “Diquecito” y en el Fantasio, no lo puedo creer. Cuando volví del cruce a las tres horas estaba nadando en el Fantasio”, dice Santiago y agrega: “Lo miro de lejos y pensar que yo estuve ahí nadando, haciendo eso es una locura, algo impresionante.”

“Todo lo que nos pasó fue muy fuerte. La gente de Prefectura me regaló la bandera Argentina, de la mano de del prefecto mayor Guillermo Peréz,  y después, entre otras cosas, me declararon huésped de honor. Son cuestiones tan fuertes las que he vivido que son difíciles de explicar.  Llegar a Río Grande y ver que antes de llegar hay una parte de la ruta ampliada donde aterrizaban los aviones que partían a Malvinas y llegaban acá para reabastecerse”, recuerda.

El propio carlospacense dice que después de esta hazaña le llovieron “nuevas propuestas que te hacen a animarte a más” y que con “esto del Beagle te hace ver a las Malvinas como un sueño más cercano, más posible”. Todo indicaría que ese sería su próximo anhelo: las Islas de Malvinas.

“El cruce es un homenaje a Dios y a la vida misma, rendirle tributo por todo lo que viví en estos últimos años. El cuarto día estábamos por ir a Almanza con Silvana, y nos pusimos a orar y pedir que alguien nos dé una mano. A los diez minutos apareció un representante de la cadena “Junior B” y nos solucionaron el tema de la comida de un plumazo. Entonces ver esos detalles, esos favores de Dios en nuestra vida, es precioso” afirma Gutiérrez.

¿Por qué el Beagle?

Porque era un desafío grande. El Canal de Beagle no es para cualquiera, es peligroso. Soy un nacido y criado en Carlos Paz, como guardavidas había nadado en crecientes, y hay crecientes grandes que bajan con agua fría, entonces esto venía como a recordar mi pasado cuando caminaba pero también mi infancia, cuando me escapaba del colegio Sarmiento en el primario y me iba al Fantasio, pleno invierno, y con mis compañeros nos metíamos en el río y eso era motivo de diversión, de alegría, de buscar aventura en las aguas frías a los 11 o 12 años. Era enfrentar ese desafío tan grande como nadador de agua frías y para recibirte tenés que cruzar el Beagle, es la universidad.

El agua es un factor fundamental en tu vida…

El agua es un tema muy especial. Cuando tenía 17 años era guardavidas y quería salvar personas. Siempre al lado mío hay un guardavidas, es una constante conmigo. Recién me sacaron guardavidas del río, cuando me accidenté el primero en llegar a socorrerme fue un guardavida, quién me diseñó la flotación del cruce fue una guardavida que está trabajando en Vicente López y ahora se encuentra Gualeguaychú. Walter Ruano, guardavida en Usuhaia, él me hizo la parte de preparación y adaptación. Siempre cuando voy aparece un guardavidas que me ayuda.

Este camino sigue con nuevos objetivos…

De a poquito vamos a ir cuadrando cosas nuevas. Comenzar a planear lo de Malvinas que no es fácil pero si nunca se comienza, nunca se termina. Obviamente que para esto se necesita ayuda económica, sponsors, pero bueno ya van a ir saliendo y surgiendo las cosas para hacerlo.

La charla termina. Los policías que estaban haciendo guardia en el Diquecito lo saludan y lo ayudan a subir por la rampa con su silla de ruedas, los bañeros, que lo ayudaron a salir del agua, también agitan sus manos en gesto de salutación. El “norteño” lo sigue mirando de reojo, al igual que su familia, hasta que llega al auto de Adrián, quién lo acompaña en sus tardes de nado y se encarga de llevarlo y taerlo.  Está claro que este no será el último encuentro con Santiago, en sus palabras y miradas se pueden palpar claramente que el deportista seguirá luchando por sus objetivos y concretando lo que cada noche sueña en su almohada ¿Qué mejor regalo en la vida que esto, no?